Me abandonó una mañana
en un hirviente septiembre
mientras la la zafia canícula
ardía en torno a la gente
y el sudor perlaba a ratos
los contornos de mi mente.
Ya mi musa feneció
y en vapores de calor
entre ayes del gentío,
se muere la inspiración,
todo mi esfuerzo ya es nulo,
y ella sin contemplación
tiró su lira al vacío
diciendo: a tomar por culo.
Ya no eres la capitana
del barco de mis desvelos,
para mi gloria, te has muerto,
si acaso, grumete loca
que hace hundir mi bajel,
antes de salir del puerto.
En el jardín de mis sueños,
feneció mi cruel princesa,
ya no eres cuento de hadas
ahora tienes otros dueños,
y ya que yaces decesa,
si acaso bruja del cuento
de pesadilla siniestra.
Esto es, para ti mujer,
sombra de musa olvidada
si el áspid te robó el cuerpo
tu, de mí, robaste el alma.