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Nix

 

La noche

Según la mitología griega, en el principio sólo reinaba el Caos o la Nada. De él surgieron los dioses primordiales de los cuales proceden todos los demás. Estos dioses primigenios eran Gaia (la Madre Tierra), Eros (la fuerza de la Procreación), el Tártaro o Inframundo, un gran pozo de oscuridad bajo la tierra (el Infierno de los griegos), Erebo o dios primordial de la Oscuridad y Nyx, la diosa de la Noche.

Como una de las diosas más antiguas, Nyx jugó un papel muy importante entre los antiguos griegos, entre otras cosas porque era la responsable de la existencia de muchos de sus dioses más importantes. Dos de sus hijos fueron fruto de la unión con su hermano Erebo, Eter y Hemera, dioses del Cielo y de la Luz del Día respectivamente. Los griegos creían que el día comenzaba cuando Hemera salía del Tártaro a la superficie, sustituyendo a su madre Nyx, y que la noche llegaba cuando la hija regresaba al Inframundo y volvía a ser sustituida por su progenitora. El resto de su descendencia fue engendrada por ella misma.

Algunos de sus hijos fueron:
Los gemelos Hipnos y Tánatos, espíritus del Sueño y de la Muerte. Solían sobrevolar la Tierra cada noche con su madre Nyx. Algunos dicen que ambos hermanos procrearon a los Oneiroi (los Sueños). Otras versiones cuentan que eran sus hermanos menores cuyo líder era Morfeo.

-Las Keres, espíritus femeninos, también conocidas como las Furias, diosas de la muerte violenta (aquella que acontecía en el campo de batalla, por accidentes, asesinatos o enfermedades especialmente virulentas y crueles).

-Némesis, diosa de la Justicia Divina y del Equilibrio. Ella se encargaba de distribuir en su justa medida tanto la felicidad como la desgracia, así como de repartir el castigo o recompensa merecidos.

-Las Hespérides, guardianas de las manzanas de oro en el jardín del mismo nombre.

-Styx, diosa del río Estigia y personificación del Odio.

Nxy tuvo muchísimos hijos más, la mayoría de carácter maléfico y oscuro. No en vano su hogar era el Inframundo y su reino era la Noche. Los griegos la representaban como una bella mujer alada que conducía un carro, ataviada con un gran manto negro plagado de estrellas y acompañada de sus hijos Hipnos y Tánatos. Sus poderes excedían a los de cualquier otro dios y su culto se llevaba a cabo en toda Grecia.

En la Teogonía de Hesíodo, la Noche nació del Caos. Su descendencia es mucha, y reveladora. Con su hermano Érebo (Oscuridad), la Noche concibió a Éter (Puro brillo, Luminosidad) y Hemera (Día). Más tarde, por sí misma y sin intervención masculina, Nix engendró a Moros (Destino), Ker (Perdición), Tánatos (Muerte), Hipnos (Sueño), Geras (Vejez), Ezis (Dolor), Apate (Engaño), Némesis (Castigo merecido), Eris (Discordia), Filotes (Amistad, Ternura), Momo (Burla), las Hespérides (Hijas de la Tarde), los Oniros (los Sueños), las Keres (espíritus de la destrucción y muerte) y las Moiras (Destino).

En su descripción del Tártaro, Hesíodo añade que Hemera, quien ahora es hermana de la Noche en vez de su hija, abandonaba el Tártaro justo cuando Nyx entraba en él; cuando Hemera volvía, Nyx se marchaba. Esto asemeja el retrato de Ratri (‘noche’) en el Rig-veda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.), donde ésta trabaja en estrecha colaboración pero también en tensión con su hermana Usha (‘amanecer’).

En el Libro 14 de la Ilíada de Homero hay una interesante cita de Hipnos, el dios menor del sueño, en la que recuerda a Hera un antiguo favor después de que ésta le pida que haga dormir a Zeus. Hipnos hizo dormir anteriormente a Zeus una vez a instancias de Hera, lo que le permitió causar grandes infortunios a Heracles (quien regresaba por mar de la Troya de Laomedonte). Zeus montó en cólera y habría arrojado a Hipnos al mar si éste no hubiera huido asustado hasta Nix, su madre. Zeus, temiendo enfadar a Nix, contuvo su furia y de esta forma Hipnos logró escapar. Este mito convierte a Nix en la única divinidad a la que realmente temía Zeus.

La Noche adquirió un papel incluso más importante en varios poemas fragmentarios atribuidos a Orfeo. En ellos, la Noche el principio fundamental junto con su padre Caos. La Noche ocupaba una cueva o adyton, donde da oráculos. Urano —que está encadenado dentro, dormido y borracho de miel— sueña y profetiza. Fuera de la cueva, Adrastea tañe címbalos y golpea su tympanon, moviendo el universo entero en una eufórica danza al ritmo del canto de Nix.

La Noche también es el principio en el coro de apertura de Las aves de Aristófanes, que puede ser de inspiración órfica. Aquí también es la madre de Eros. En otros textos puede ser también la madre de Caronte y Ptono con Érebo.

El tema de la cueva u hogar de la Noche, allende el océano (como en Hesíodo) o en algún lugar al borde del cosmos (como en el orfismo) puede haber tenido su eco en el poema filosófico de Parménides. El investigador clásico Walter Burkert ha especulado que la casa de la diosa a la que el filósofo fue transportado es el palacio de la Noche. Esta hipótesis, sin embargo, debe tomarse con cautela.

En Grecia, la Noche rara vez es destinataria de cultos. De acuerdo con Pausanias,​ tenía un oráculo en la acrópolis de Megara.
Más frecuentemente, Nix merodea en el fondo de otros cultos. Por eso había una estatua llamada Noche en el templo de Artemisa en Éfeso. Los espartanos rendían culto al Sueño y a la Muerte, concebidos como gemelos,​ sin duda la Noche era su madre. Títulos de culto compuestos por la partícula nix- eran otorgados a varios dioses, notablemente a Dioniso Nyktelios (‘nocturno’) y Afrodita Philopannyx (‘la que ama la noche entera’)


También conocidas como Erinias o Euménides, las Furias nacieron de la Noche, (aunque también se cuenta que surgieron cuando Cronos cortó los testículos a su padre Urano y la sangre del dios cayó sobre la Gea, la madre tierra), y vigilaban la puerta hacia el mundo inferior, castigando a aquellos cuyos crímenes no habían sido expiados en el mundo de los mortales. Trataban así de restablecer el orden perdido. En ocasiones también subían a la superficie y allí perseguían a aquellos que pretendían salir impunes de algún delito.

Las Furias, que en sus orígenes contaban con un número incierto, terminaron siendo tan sólo tres. Sus nombres eran Tisifone, Alecto y Megera y tenían cabeza de perro, alas de vampiro y, en vez de cabellos, serpientes. Para cumplir su misión llevaban consigo látigos de cuero y temibles anillos de bronce.

Tisifone era la encargada de castigar a los osaban traspasar los límites de la buena conducta y era conocida como la Furia Vengadora. Megera se encargaba de hacer nacer el odio, la discordia, entre los mortales. Alecto los perseguía sin descanso hasta conseguir que murieran de locura o que fueran incapaces de volver a cometer un crimen semejante.

Cuentan que cuando Orestes acudió desesperado ante Apolo para conocer el nombre del asesino de su padre, el rey Agamenon, el oráculo le reveló que había sido su propia madre, Climenestra, esposa del rey, la autora de tal delito. Orestes, fuera de si, puso fin a la vida de su madre. Entonces entró la Furia Alecto en escena, atormentado al desgraciado príncipe Orestes por el crimen que había cometido.

Orestes acudió de nuevo a la ayuda de los dioses, siendo esta vez Atenea la elegida, para rogar el fin de su condena. Atenea, la diosa guerrera, consiguió convencer a Alecto de que el hijo de Agamenón ya había pagado con suficiente dolor sus actos y fue perdonado. Ahora bien, Orestes había de traer desde la ciudad de Taúride una estatua que hubiera sido consagrada a Artemisa, hermana de Apolo y diosa de la caza.
Desde este momento, las Furias pasan a llamarse Euménides y a ser consideradas como benevolentes, aunque, eso si, siguieron persiguiendo a los criminales.

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