… y la verdad os hará libres

¿Quién escribió la Biblia? ¿De verdad cuenta la historia del pueblo de Israel? ¿Por qué no se analiza y estudia la historia en conjunto? ¿Por qué se tildan de “leyendas” o “mitología” muchos de los legados que antiguos maestros sabios han dejado?…
Cierro los ojos y recuerdo como si fuera ayer una conversación, de esas que sin tú saberlo marcan y guían los pensamientos a futuro. Una pregunta incendiaria que se incrusta en tu psiquis y brota cuando estas preparada o preparado.
Como comprenderéis, el debate fue acalorado pero la pregunta quedó ahí, flotando en el aire.
Fue años después, cuando estás preparado para desenterrar verdades ocultas, para formular preguntas, para querer saber, conocer más verdades, no las convencionalmente establecidas, cuando comencé a analizar la historia —nuestra historia—, esa que a todos nos atañe.
Pero vamos a entrar en materia —si os parece— y analizar parte de los textos bíblicos, de sus similitudes asombrosas con escritos mesopotámicos, sumerios, asirios, babilonios, egipcios, etc. Comenzando desde el principio:
Cuenta la tradición que en el siglo III a. C, el rey Ptolomeo II invitó a reunirse en Alejandría a setenta sabios judíos para transcribir del arameo y hebreo antiguo al griego “El Origen del mundo”. “El origen del género humano, del pueblo judío”, para incorporarlo así a la importante Biblioteca de Alejandría..
Miles de recuerdos del pueblo israelí recopilados: La creación del Universo, Adán y Eva, el diluvio universal, la torre de Babel, Moisés, entre otros.
También fueron incluidos: libros proféticos, libros de gran sabiduría, libros históricos, etc. Es lo que se llama Biblia de los Setenta o Alejandrina, que se convierte en la base del texto cristiano actual.
Ahora viene la pregunta ¿qué queda de aquellos originales de la Biblia de los Setenta o Alejandrina? ¡Lamentablemente, nada!
Entonces, esas tradiciones orales, escritas y luego perdidas, ¿cómo han sobrevivido hasta nuestros días?…
Llegado a este punto de inexactitud, cabe respirar profundo y seguir investigando para dar a conocer, descubrir la asombrosa similitud de LA BIBLIA con distintos relatos, leyendas y mitologías que nos ha dejado LA HISTORIA de nuestros ancestros, que está ahí, delante de todos nosotros, para ser aclarada y sin duda para decir ¡basta ya!.
¿Similitudes? Plagios lo llama el personaje de la novela – Lo Inesperado- The Unexpected. Plagio en el LIBRO DEL GÉNESIS, incluido —como ya sabéis— en la Torá judía y en la Biblia cristiana entre otras.
¿En qué historias, cabe preguntarse?…
Aquí van algunos ejemplos, pero sobre todo deseo, SUPLICO, un favor: Conforme vayáis avanzando en la lectura, no dejéis de pensar en… ¿A quién beneficia este transcribir de la Historia, este apaño histórico?…

Encontrado en las ruinas de Nínive, narra como el dios Marduk crea el Universo en varias etapas: Primero la luz; después el firmamento —un techo encima del cielo, como en la Biblia—, a continuación crea la Tierra seca y las luminarias, para concluir con los humanos. Terminado todo el trabajo… descansó. Curioso, ¿verdad?…
Pero no es el único, también lo encontramos reflejado en el relato egipcio El libro de la muerte.



ADÁN, EVA Y EL MARAVILLOSO JARDÍN DEL EDÉN
Nuevamente, en las tablillas sumerias se encuentra el poema Eneba-Am que relata el paraíso terrenal y el árbol del bien y del mal —el árbol prohibido— según la Biblia judeo-cristiana. Aquí no hace falta recordar como “la mujer”, “Eva” —la mala, malísima Eva—, tienta a Adán y le da a comer de la fruta prohibida.
¡Pero y si os cuento que nada de esto es realidad!, que la pobre Eva fue puesta en la picota por una mentalidad social imperante en aquellos años que odiaba y ninguneaba a la mujer. Unos auténticos “misóginos” que cambiaron la leyenda a capricho creando así la historia —hebreo-cristiana— de nuestros días.
Pero no solo los hebreo-cristianos son misóginos respecto a la mujer. ¿Hay alguna religión que la trate bien?… Avanzo un poco más para preguntar ¿de donde viene esta distorsión de la realidad?…
En el museo Británico de Londres se encuentra “El Cilindro de la Tentación”, un sello tallado en un bloque de piedra datado en el año 2.200 o 2.400 a. C donde se refleja a un hombre y una mujer separados por un eje simétrico, el árbol de la vida. ¡Nada más! ¿Donde está aquí reflejado el mal de Eva?…
¡Pobre, pobre sexo femenino injustamente tratado durante tantos y tantos siglos, en todas las religiones!
Pero si asombrosa es la historia distorsionada de Eva… vamos con otro signo inequívoco de misoginia.
La creación de la mujer, Eva, de una costilla de Adán.

EL DILUVIO UNIVERSAL
El Diluvio Universal, también está narrado y escrito en casi todas las antiguas culturas conocidas: mayas, incas, China, aborígenes de Australia, nativos de América, nativos de la Isla de Pascua, griegos, sumerios, egipcios, etc., hasta llegar a nuestros días, y se narra como “Castigo de sus dirigentes” a una población demasiado “alegre y dispersa”—dejémoslo ahí—, explicado en jerga actual.
Noé está presente ya en la epopeya Sumeria de Gilgamesh y en la babilónica y de Asiria —por poner un ejemplo— que narra estos acontecimientos en torno al 2.700 a.d.C. Su protagonista se llamaba Ziusudra para los sumerios y Utnapishtim para los babilónicos y asirios.
En 1872 un joven asiriólogo inglés descubrió en el Museo Británico los primeros fragmentos de una tablilla de arcilla en la cual se cuenta la historia del Diluvio. No hay que explicar la conmoción en toda la comunidad científica, que envió rápidamente al joven Smith a la búsqueda de otros pedazos de la tablilla a las ruinas de la antigua ciudad asiria de Nínive. La historia, sin extenderme mucho, narra lo siguiente:
“EA es señor de las aguas y guardián del hombre, previno solo a uno, Utanpshtim, sobre el diluvio con el cual los dioses planeaban exterminar a la humanidad y le comunicaron: Destruye tu casa para hacer una barcaza y poner dentro de ella una semilla de toda criatura viviente”. Os suena, ¿verdad?…
Afortunadamente, el tiempo avanza y cada vez conocemos más sobre elplagio de la Biblia a textos antiguos.
Deseo exponer otro ejemplo, con el que me topé no hace mucho, cargado de controversia y no exento de polémica para los propios estudiosos judíos y cristianos.
MOISÉS
El Pentateuco, la Torah judía, la ley que consta de cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, supuestamente fueron escritos por Moisés. Pero… ¡¿y si os cuento que la existencia histórica de este profeta y la supuesta autoría del Pentateuco a él ha sido puesta en duda hoy por los propios historiadores judíos (Finkelstein y Silberman, en el año 2001)?…
¡¿Y si os cuento que también fue puesta en duda la autoría por cristianos, como el obispo abulense Alonso tostado (1400-1455), ya que al parecer esos libros fueron escritos por Jeremías y Baruc hacia el año 622 en la corte del rey de Judá, interpretando la historia en función de los intereses del momento?… ¡Es más!, la falta de originalidad en la historia de Moisés llega hasta en su propio nacimiento pues es una perfecta copia de la historia de “Sargón-El grande”, que fue: Rey, conquistador, líder y unificador de Mesopotamia.
¿Por qué soy tan rotundo en la afirmación?…
Porque cuenta la historia —de la cual daré solo pinceladas— datada en el año 2.300 a. C —un milenio antes de que Moisés dijera sus primeras palabras— que Sargón fue arrojado al río en una cesta para luego ser encontrado y criado alrededor de la elite, para luego trabajar para el Rey. Pasado un tiempo se convirtió en un gran líder.
Por lo tanto, si estas civilizaciones antiguas han habitado nuestro planeta antes de que la Biblia se forjara ¿a que viene ser modificada y acoplada la historia a una tribu solamente? ¿A qué viene que el rey Ptolomeo II invitara a 70 sabios a transcribir el origen del pueblo judío?…
Casi al comienzo del artículo os solicité un favor: que no olvidárais conforme se avanzaba en la lectura lo siguiente: ¿A quién beneficia este transcribir de la Historia, este apaño histórico?…
Este verano, en pleno siglo XXI saltó la noticia reflejada en diversos medios de comunicación y denunciada por organizaciones y asociaciones palestinas.
“El régimen de Israel provoca la desaparición de Palestina de los libros de texto manipulando la educación de los niños. Para ello ofrece aumentos de salario a los profesores palestinos que se adhieran al currículum del régimen israelí.”
Aquí tenéis la contestación a la pregunta, pero ahora cabe realizarnos otra: ¿Por qué?… ¿A qué se debe el interés del pueblo judío durante siglos y siglos en reinterpretar la Historia, Historia aceptada y asumida por la comunidad cristiana, aun sabiendo de su inexactitud?…
Sé que éste artículo puede herir susceptibilidades. Pienso que, por intentar aclarar la verdad, por dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, no se deja de tener Fe y Esperanza en el DIOS que cada persona desee —para mí, solo hay uno—, y el nombre es lo de menos.
Pero debemos recapacitar todos y pensar que la EDUCACIÓN es el arma más poderosa que hay y sin HISTORIA, sin la verdadera identidad de los pueblos… ¿Qué somos? ¿Qué nos queda?…



Jesús nunca fundó una Iglesia
En ningún momento Jesucristo pensó en crear una Iglesia institucional como la que surgiría después. Lo que él hizo fue predicar un mensaje que después sus discípulos interpretaron y pusieron en práctica de muchas maneras. Una de ellas fue la creación de una institución que se llama Iglesia, pero no se puede decir que Cristo crease la Iglesia que conocemos históricamente.
– ¿Qué fue lo que quedó escrito en aquel momento?
Jesucristo no escribió nada. Todo lo que conocemos de él, su palabra, su mensaje, fue escrito por sus discípulos y por gente de su entorno, algunos de generaciones muy posteriores. Hay que tener en cuenta que Jesús murió hacia el año 30, y los escritos más antiguos del Nuevo Testamento son de San Pablo, de los años 50, y la mayoría son incluso posteriores, de los años 70 al 130, en un momento en el que ya se iban creando una serie de instituciones que son las que luego darán lugar a la Iglesia. El mismo San Pablo no conoció a Jesús, únicamente tuvo noticias de su mensaje y de su persona. Sin embargo fue el primero que hace una interpretación del mensaje de Jesús diferente de la que se hacía entonces. Lo que hizo fue convertir la figura de Jesús en un redentor, un salvador, en vez de un reformador y un profeta judío, como era hasta entonces. Interpreta la pasión y muerte de Jesús en clave de religión mistérica y hace de eso el centro de lo ue será la nueva religión Cristiana. Pero es una interpretación posterior.
– Popularmente existe la creencia de que Jesús delegó en Pedro y le confió la labor de construir su Iglesia. ¿Se puede afirmar que es así?,… Tampoco. No se puede decir que Pedro fuese obispo, porque no existía la figura del obispo en la época en que vivió San Pedro. Ni por lo tanto se puede decir que fuese el primer obispo de Roma. Son interpretaciones posteriores. En algunos evangelios, como el de Mateo, se ponen en boca de Jesús algunas frases que posteriormente fueron interpretadas, sobre todo por los obispos de Roma, como un mensaje para poner en manos de Pedro la dirección de la Iglesia. Pero ésta es una interpretación que surge un siglo después, y que no aceptan muchas iglesias antiguas y actuales.
– ¿Por qué se convirtió Roma en el centro del poder de la Iglesia católica?
Porque era la capital del Imperio, y porque lo que podría haber sido anteriormente el centro de poder, Jerusalén, fue destruida por los romanos en el año 70, con lo cual dejó de tener ningún peso en la historia posterior de la Iglesia. Además los cristianos que vivían en Jerusalén y Palestina interpretaban a Jesús no en clave mesiánica, de redentor y salvador como hizo san Pablo, sino que lo consideraban un
reformador judío. Los historiadores lo llamamos actualmente los judeo-cristianos.
– Fue entonces en origen una cuestión puramente política Los obispos de Roma lograron establecer una preeminencia espontánea por el hecho de ser los obispos de la capital. El peso de Roma en el mundo antiguo era inmenso, y ese hecho ya les
proporcionaba una primacía o una autoridad, simplemente por el hecho de ser los obispos de la ciudad más importante. A partir del siglo II los obispos de Roma fueron desarrollando la teoría de la herencia de San Pedro, basándose en una determinada interpretación del Nuevo Testamento.
– ¿En qué momento se le adjudican al Papa plenos poderes emanados de Dios?
Son ellos mismos los que se atribuyen o reclaman esos poderes. Algunos se los reconocen, sobre todo los obispos de occidente, donde el peso de Roma era más fuerte; mientras que los obispos orientales no se lo reconocen. Por eso en algunos lugares se impuso y en otros no. En cualquier caso hay que entender que la creación de la figura del obispo de Roma, o del Papa, es una creación histórica. No existe desde el inicio, sino que se fue desarrollando muy lentamente durante varios siglos en función de las vicisitudes históricas que vivió la sociedad cristiana de la época.
– ¿Cómo evoluciona entonces la figura del Papa?
A partir del siglo V, la desaparición del imperio romano en occidente facilita que de alguna manera el obispo de Roma llene el vacío que habían dejado los emperadores. Así se facilitó la difusión en el mundo occidental de la figura del obispo de Roma, con una primacía jerárquica obre las demás sedes episcopales.
Pero la figura del Papa tal y como luego llegará hasta nosotros, no se consolida hasta el siglo XIII, cuando, en la lucha contra los emperadores germánicos, tratan de mantener la autonomía de la Iglesia y reafirman la figura del papado, con sus atribuciones, sus símbolos de poder; recuperando la imagen de los antiguos emperadores romanos en la vestimenta, en los rituales, etc.
– Puesto que en el origen, en el legado de Jesús, no está la intención de crear una Iglesia tal y como hoy la conocemos, con una figura autoritaria como es el Papa, ¿no habría que cuestionarse la legitimidad de esta institución como brazo de Dios?,..
Muchos teólogos, católicos incluso, defienden que el Papa debería abandonar esta figura absolutista de poder personal para compartirlo de forma colegiada con otras iglesias cristianas, y facilitar la unión de las iglesias, lo que se llama el ecumenismo. El mayor obstáculo que se ha encontrado siempre, especialmente durante el papado de Juan Pablo II, ha sido la obsesión de mantener la tradición secular de que el Papa tiene un poder por encima de los demás obispos, incluidos los de las demás iglesias. El Papa trata de que los demás le reconozcan, lo cual es muy difícil, porque es romper con siglos de historia, en vez de ponerse un poco a la altura de los demás y defender una figura colegiada del papado.
Al Papa se le podría reconocer una preeminencia honorífica por razones históricas, pero no jerárquica, en el sentido de que lo que diga el Papa tiene que ser aceptado por todas las iglesias. Muchos teólogos católicos actuales defienden una revisión de la figura papal, incluso defienden un gobierno de la propia Iglesia católica menos absolutista, para encontrarse con los demás poderes, con los obispos, con el clero. Más democrática y menos monárquica, dicho en terminología moderna.
Si caigo, habré conquistado la fama
La gente dirá: ¡Gilgamesh cayó
Luchando contra el fiero Humbaba!…
Estoy decidido a penetrar en el bosque de los cedros,
Hasta ahora es feliz mi corazón:
Oigo este canto, veo una flor
Quiero fundar mi gloria
Tablilla III, columna 4
Conclusión final
GENESIS64 narra la historia de nuestro planeta a través de la voz de una niña terrestre, Mila, quien ha tenido contacto con Kumar, el espíritu de la tierra y con el Dragón, es decir la Humanidad del futuro. Este contacto es a través del espacio onírico de la niña o bien debido a que Mila puede haber sido abducida, quedan abiertas ambas posibilidades.
G64 es un viaje poético visual que hace hincapié en los puntos de inflexión más importantes en la historia de nuestro planeta y su biosfera, y en los concernientes a la historia real de nuestra raza humana. Conocimiento oculto al humano de a pie aunque conocido en los grados ocultos de las logias y sociedades secretas.
Al contactar con Kumar este invita a Mila a conocer la verdadera historia de su planeta y de su raza. Comienza el relato con la destrucción de Maldek por sus propios habitantes, el planeta que se encontraba donde ahora está el cinturón de asteroides y la elección de los Jardineros o Logos de inseminar nuestro planeta con gérmenes de vida usando el tubo de mauri , llegando a su final con la visión del futuro maravilloso que nos espera como Humanidad consciente.
El recorrido abarca la transmigración de consciencia al Trodoon para transformarlo en Manu, las diferentes intervenciones genéticas que tuvo nuestra especie a manos de distintas razas extraterrestres (Alfa Draconis, Anunakis, Arios de Sumi). Relata también el Pacto de Baphomet con una raza especifica de nuestra especie y las diferentes intervenciones de jerarquías superiores para que ese Pacto llegue a su fin.
Con un mensaje de certeza de libertad termina esta historia sabiendo que aunque aún nos queda un largo camino para llegar a ser la especie consciente a la que estamos destinados a ser, sabemos que “ El futuro existe y ya pasó”.
AUDIOS

LIBRO SEMANAL
Los sumerios. La primera civilización en la Tierra
El libro perdido de Enki
Sumerios y Acadios – Federico_Lara
ENHEDUANNA – THE FIRST KNOWN AUTHOR
MUJERES CON NOMBRE PROPIO EN EL MUNDO ANTIGUO
Breve Historia de los Sumerios
El Cuento del Náufrago · Egipto alrededor del 2200 a. C.
Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres, Juan 8:31-38









¿Hasta cuando?

Tres veces cayó Iesús
Cristo para absurdamente invalidar el primero y único?
¿Cuanto sufrimiento y sangre hará falta para saciar la
sed de oro de los Judas del templo vaticano moderno.
impuso la fe como obligación por medio de la superstición,
el terror, la tortura y la muerte, donde solo hogueras
humanas alumbraron sus obtusas mentes, y en tiempos actuales
sus falsas tradiciones, son rescoldos de amenazas,
y carne de abusos, aislamiento y desprecio social.
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois
semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen
bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos
y de toda inmundicia!
Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los
hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de
iniquidad. «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas,
porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis
los monumentos de los justos, y decís: «Si nosotros hubiéramos
vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido
parte con ellos en la sangre de los profetas!» Con lo cual
atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los
que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la
medida de vuestros padres!. Evangelio de Mateo 23, 27-32






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Cada sábado
En busca de sus «arraises» Peter viaja a Andalucia
en una aventura llena de misterio y peligros…

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La última cena
LA CENA DEL SEÑOR
Cena literal que conmemora la muerte del Señor Jesucristo, por lo que apropiadamente se la denomina la Conmemoración. Es el único acontecimiento que la Biblia manda celebrar a los cristianos. (1Co 11:20)
Dos apóstoles que fueron testigos presenciales y participantes, a saber, Mateo y Juan, registraron la institución de la Cena del Señor. Marcos y Lucas, aunque no estuvieron presentes, complementaron el relato con algunos detalles. Pablo también esclareció algunas cuestiones cuando dio instrucciones a la congregación de Corinto. Estas fuentes nos dicen que la noche antes de su muerte, Jesús se reunió con sus discípulos en un espacioso aposento superior para observar la Pascua. (Mr 14:14-16). Mateo informa: “Mientras continuaron comiendo, Jesús tomó un pan y, después de decir una bendición, lo partió y, dándolo a los discípulos, dijo: ‘Tomen, coman. Esto significa mi cuerpo’. También, tomó una copa y, habiendo dado gracias, la dio a ellos, diciendo: ‘Beban de ella, todos ustedes; porque esto significa “mi sangre del pacto”, que ha de ser derramada a favor de muchos para perdón de pecados. Pero les digo: de aquí en adelante de ningún modo beberé yo de este producto de la vid hasta aquel día en que lo beba nuevo con ustedes en el reino de mi Padre’. Por último, después de cantar alabanzas, salieron al monte de los Olivos”. (Mt 26:17-30; Mr 14:17-26; Lu 22:7-39; Jn 13:1-38; 1Co 10:16-22; 11:20-34.)
Cuándo se instituyó La Pascua siempre se observaba el 14 de Nisán (Abib), el día de luna llena o cerca de ese día, pues en el calendario judío el primer día de cada mes (mes lunar) era el día de luna nueva, determinado por observación visual. Por consiguiente, el día 14 del mes sería hacia la mitad de una lunación. En el artículo JESUCRISTO (Cuándo murió) se muestra que Jesús murió el 14 de Nisán del año 33 E.C. Como los cálculos astronómicos indican que hubo un eclipse de luna el viernes 3 de abril del año 33 E.C., según el calendario juliano, viernes 1 de abril, según el calendario gregoriano, y los eclipses de luna siempre se producen en tiempo de luna llena, es posible concluir con bastante seguridad que, de acuerdo con el calendario gregoriano, la fecha de la muerte de Jesús, el 14 de Nisán del año 33 E.C., cayó en jueves al viernes, 31 de marzo–1 de abril del año 33 E.C. (Canon of Eclipses) de Oppolzer, traducción al inglés de O. Gingerich, 1962, pág. 344.)
La noche antes de su muerte Jesús observó su última cena pascual, después de lo cual instituyó la Cena del Señor. Antes de que empezara la cena de la Conmemoración, se echó afuera al traidor Judas, y el registro bíblico informa que para entonces ya “era de noche”. (Jn 13:30.) Puesto que en el calendario judío el día comenzaba al anochecer e iba hasta el anochecer del día siguiente, la Cena del Señor se celebró también el 14 de Nisán, es decir, el anochecer del jueves 31 de marzo. (Véase DÍA.)
Periodicidad de su celebración.
Tanto Lucas como Pablo registran que cuando Jesús instituyó la conmemoración de su muerte, dijo: “Sigan haciendo esto en memoria de mí”. (Lu 22:19; 1Co 11:24.) Estas palabras permiten concluir que Jesús quiso decir que sus seguidores deberían celebrar la Cena del Señor una vez al año, y no con más frecuencia. La Pascua, que se observaba en conmemoración de la liberación que trajo Jehová en 1513 a. E.C. sobre el pueblo de Israel cautivo en Egipto, se conmemoraba tan solo una vez al año: cada 14 de Nisán. En consecuencia, dado que la Conmemoración también era un aniversario, sería lógico que se celebrara únicamente el 14 de Nisán.
Pablo citó a Jesús cuando dijo concerniente a la copa: “Sigan haciendo esto, cuantas veces la beban, en memoria de mí”, y añadió: “Porque cuantas veces coman este pan y beban esta copa, siguen proclamando la muerte del Señor, hasta que él llegue”. (1Co 11:25, 26.) La expresión “cuantas veces” puede referirse a algo que se hace solo una vez al año, en especial cuando esta acción se repite durante muchos años. (Heb 9:25, 26.) El 14 de Nisán Cristo dio su cuerpo literal en sacrificio en un madero de tormento y derramó su sangre vital para perdón de pecados. De modo que fue ese día cuando aconteció la “muerte del Señor” y, por consiguiente, esa es la fecha en la que se habría de conmemorar su muerte.
Los participantes estarían “ausentes del Señor” y habrían de celebrar ‘muchas veces’ la Cena del Señor hasta que muriesen en fidelidad. Una vez que resucitasen a vida celestial, estarían junto con Cristo y ya no necesitarían una celebración para recordarlo. Al decir con respecto a la duración de esta observancia “hasta que él llegue”, el apóstol Pablo se refirió a que Cristo vendría de nuevo y los recibiría en el cielo cuando resucitasen durante su presencia. Las palabras que Jesús dirigió a los once apóstoles más tarde aquella misma noche clarifican esta idea: “Si prosigo mi camino y les preparo un lugar, vengo otra vez y los recibiré en casa a mí mismo, para que donde yo estoy también estén ustedes”. (Jn 14:3, 4; compárese con 2Co 5:1-3, 6-9.)
Jesús les mencionó a sus discípulos que el vino que había bebido (en esa Pascua, antes de la Conmemoración) era lo último que bebería del producto de la vid ‘hasta aquel día en que lo bebiera nuevo con ellos en el reino de su Padre’. (Mt 26:29.) Ya que él no bebería vino de manera literal en el cielo, es obvio que se refería a lo que el vino a veces simboliza en las Escrituras: el gozo. Lo que ellos esperaban con gran expectación era estar juntos en el Reino. (Ro 8:23; 2Co 5:2.) El rey David escribió en canción sobre el “vino que regocija el corazón del hombre mortal” como provisión de Jehová, y su hijo Salomón dijo: “El vino mismo regocija la vida”. (Sl 104:15; Ec 10:19.)
Los emblemas. En lo que tiene que ver con el pan que Jesús usó cuando instituyó la Cena del Señor, Marcos registra lo siguiente: “Mientras continuaban comiendo, él tomó un pan, y habiendo dicho una bendición, lo partió y se lo dio a ellos, y dijo: ‘Tómenlo; esto significa mi cuerpo’”. (Mr 14:22.) El pan era el que había disponible para la cena pascual que Jesús y sus discípulos acababan de celebrar. Era pan sin levadura, ya que no se permitía que hubiera levadura en los hogares judíos durante la Pascua ni en el transcurso de la fiesta de las tortas no fermentadas, que tenía lugar inmediatamente después. (Éx 13:6-10.) A veces en las Escrituras se usa la levadura para denotar lo pecaminoso. Es apropiado que el pan no tuviese levadura porque representa el cuerpo carnal sin pecado de Jesús. (Heb 7:26; 9:14; 1Pe 2:22, 24.) El pan ácimo era aplastado y quebradizo; por lo tanto, como era costumbre entonces al comer, hubo que partirlo. (Lu 24:30; Hch 27:35.) Lo mismo hizo Jesús cuando multiplicó milagrosamente el pan para miles de personas: lo partió con el fin de distribuirlo. (Mt 14:19; 15:36.) Por consiguiente, queda claro que el partir el pan de la Conmemoración no tenía en sí ningún significado espiritual.
Después de pasar el pan, Jesús tomó una copa, “ofreció gracias y se la dio a ellos, y todos bebieron de ella. Y les dijo: ‘Esto significa mi “sangre del pacto”, que ha de ser derramada a favor de muchos’”. (Mr 14:23, 24.) Usó vino fermentado, no zumo de uvas sin fermentar. Cuando en la Biblia aparece el término vino, es con referencia al vino literal, no al zumo de uvas sin fermentar. (Véase VINO Y BEBIDAS ALCOHÓLICAS.) El vino fermentado, y no el zumo de uvas, reventaría los “odres viejos”, tal como dijo Jesús. Sus enemigos le acusaron de ser “dado a beber vino”, acusación que no tendría significado alguno si el “vino” hubiese sido simplemente zumo de uvas. (Mt 9:17; 11:19.) En aquella ocasión todavía había vino de la celebración pascual que acababa de concluir y Cristo muy apropiadamente lo usó al instituir la conmemoración de su muerte. El vino debió ser tinto, pues solo así sería un símbolo apropiado de la sangre. (1Pe 1:19.)
Comida de comunión. En el antiguo Israel un hombre podía disponer una comida de comunión. En primer lugar, llevaba un animal al santuario, donde se degollaba. Luego, una porción del animal ofrecido se colocaba sobre el altar para “olor conducente a descanso a Jehová”, con otra se quedaba el sacerdote que oficiaba y una tercera era para los hijos sacerdotales de Aarón; además, el que presentaba la ofrenda participaba de la comida junto con su casa. (Le 3:1-16; 7:28-36.) Al que era ‘inmundo’ según la Ley se le prohibía comer un sacrificio de comunión bajo pena de ser “[cortado] de su pueblo”. (Le 7:20, 21.)
La Cena del Señor es también una comida de comunión, porque hay una participación conjunta. Jehová Dios participa como el Autor de la celebración, Jesucristo es el sacrificio de rescate y sus hermanos espirituales toman de los emblemas como copartícipes. El que ellos coman de “la mesa de Jehová” significa que están en paz con Él. (1Co 10:21.) De hecho, las ofrendas de comunión se llamaban a veces “ofrendas de paz”. (Le 3:1, nota.)
Los que participan en comer del pan y beber del vino reconocen que son copartícipes en Cristo y que están en completa unidad. El apóstol Pablo dice: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es un participar de la sangre del Cristo? El pan que partimos, ¿no es un participar del cuerpo del Cristo? Porque hay un solo pan, nosotros, aunque muchos, somos un solo cuerpo, porque todos participamos de ese solo pan”. (1Co 10:16, 17.)
Cuando participan, muestran que están en el nuevo pacto y que reciben sus beneficios: Dios les perdona los pecados por medio de la sangre de Cristo. Ellos estiman como de gran valor la “sangre del pacto” por la que se les santifica. (Heb 10:29.) En las Escrituras se dice que son “ministros de un nuevo pacto” y que sirven para sus fines. (2Co 3:5, 6.) Con toda propiedad participan del pan emblemático, porque pueden decir: “Por dicha ‘voluntad’ hemos sido santificados mediante el ofrecimiento del cuerpo de Jesucristo una vez para siempre”. (Heb 10:10.) Participan de los sufrimientos de Cristo y de una muerte como la suya: muerte de integridad. Por eso, esperan participar en “la semejanza de su resurrección”, una resurrección a vida inmortal en un cuerpo espiritual. (Ro 6:3-5.)
El apóstol Pablo dice de aquellos que participan: “Cualquiera que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será culpable respecto al cuerpo y la sangre del Señor. Primero apruébese el hombre a sí mismo después de escrutinio, y así coma del pan y beba de la copa. Porque el que come y bebe, come y bebe juicio contra sí mismo si no discierne el cuerpo”. (1Co 11:27-29.) Las prácticas inmundas, no bíblicas o hipócritas harían que la persona fuera indigna de comer. Si comiese en tal condición, estaría comiendo y bebiendo juicio contra sí misma. Lejos de mostrar aprecio por el sacrificio de Cristo, su propósito y significado, estaría manifestando falta de respeto y desprecio. (Compárese con Heb 10:28-31.) Tal persona estaría en peligro de ser ‘cortada del pueblo de Dios’, como ocurría en Israel con aquel que participaba en condición inmunda de una comida de comunión. (Le 7:20.)
En efecto, Pablo compara la Cena del Señor a una comida de comunión israelita, cuando habla en primer lugar de los que participan juntos en Cristo y luego pasa a decir: “Miren a aquello que es Israel según la carne: Los que comen los sacrificios, ¿no son partícipes con el altar? […] No pueden estar bebiendo la copa de Jehová y la copa de demonios; no pueden estar participando de ‘la mesa de Jehová’ y de la mesa de demonios”. (1Co 10:18-21.)
Los que participan y otros asistentes a la Cena. Mientras estaba con sus doce apóstoles, Jesús les dijo: “En gran manera he deseado comer con ustedes esta pascua antes que sufra”. (Lu 22:15.) Pero el relato de Juan, un testigo ocular, revela que Jesús despidió al traidor Judas antes de instituir la Conmemoración. Como Jesús sabía que Judas era quien le iba a traicionar, en el transcurso de la Pascua mojó un bocado y se lo dio, a continuación de lo cual le ordenó que se marchase. (Jn 13:21-30.) El registro de Marcos también da a entender el mismo orden de acontecimientos. (Mr 14:12-25.) En la Cena del Señor que siguió, Jesús pasó el pan y el vino a los once apóstoles restantes, y les dijo que comieran y bebieran. (Lu 22:19, 20.) Más tarde, les recordó que ellos eran los que ‘con constancia habían continuado con él en sus pruebas’, otra indicación de que ya se había despedido a Judas. (Lu 22:28.)
No hay nada que muestre que Jesús mismo comiera del pan o bebiera de la copa durante la Conmemoración. Él dio su cuerpo y su sangre a favor de ellos y para validar el nuevo pacto, por medio del cual se les borrarían los pecados. (Jer 31:31-34; Heb 8:10-12; 12:24.) Sin embargo, Jesús no tenía pecados. (Heb 7:26.) Él medió el nuevo pacto entre Jehová Dios y los que fueron escogidos para ser sus coherederos. (Heb 9:15; véase PACTO.) Además de los apóstoles, presentes en aquella cena, otros llegarían a formar parte del “Israel [espiritual] de Dios”, es decir, del “rebaño pequeño”, y finalmente serían reyes y sacerdotes con Cristo. (Gál 6:16; Lu 12:32; Rev 1:5, 6; 5:9, 10.) Por lo tanto, todos los hermanos espirituales de Cristo que estuvieran en la Tierra habrían de participar en esta cena cada vez que se celebrase. Se dice que son “ciertas primicias de sus criaturas” (Snt 1:18) que han sido comprados de la humanidad como “primicias para Dios y para el Cordero”, y en la visión de Juan se revela que el número asciende a 144.000. (Rev 14:1-5.)
Los observadores que no participan. El Señor Jesucristo reveló que durante su presencia habría personas que harían bien a sus hermanos espirituales, visitándolos en tiempo de necesidad y dándoles apoyo. (Mt 25:31-46.) Cuando estas personas asistieran a la celebración de la Cena del Señor, ¿tendrían derecho a participar de los emblemas? Las Escrituras dicen que a aquellos que tuvieran derecho a participar de los emblemas como “herederos por cierto de Dios, pero coherederos con Cristo”, Dios, por medio de su espíritu santo, les suministraría pruebas y les daría seguridad de que son sus hijos. El apóstol Pablo escribe: “El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”, y luego sigue diciendo que hay otras personas que se benefician de lo que Dios ha previsto para estos hijos: “Porque la expectación anhelante de la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios”. (Ro 8:14-21.) Puesto que los coherederos con Cristo tienen que ‘gobernar como reyes y sacerdotes sobre la tierra’, el Reino beneficiará a sus súbditos terrestres. (Rev 5:10; 20:4, 6; 21:3, 4.) Como es lógico, estos se interesan en el Reino y en su desarrollo. Por lo tanto, asisten como observadores a la celebración de la Cena del Señor, pero, al no ser coherederos con Cristo ni hijos espirituales de Dios, no participan de los emblemas, como sí hacen los copartícipes en la muerte de Cristo, que tienen la esperanza de una resurrección a vida celestial con él. (Ro 6:3-5.)
No se produjo ninguna transubstanciación o consubstanciación. Jesús todavía tenía su cuerpo carnal cuando ofreció el pan. Este cuerpo, completo e intacto, tenía que ofrecerse la tarde siguiente (según el calendario judío seguiría siendo el mismo día 14 de Nisán) como un sacrificio perfecto e inmaculado por los pecados. Asimismo, conservaba toda su sangre para aquel sacrificio perfecto: “Derramó su alma [que está en la sangre] hasta la mismísima muerte”. (Isa 53:12; Le 17:11.) Por consiguiente, Jesús no realizó durante la cena ningún milagro de transubstanciación, cambiando el pan y el vino por su carne y sangre literales. Por las mismas razones, tampoco se puede decir, como alegan los que se adhieren a la doctrina de la consubstanciación, que hizo que su carne y su sangre estuvieran presentes o combinadas milagrosamente con el pan y el vino.
Las palabras de Jesús registradas en Juan 6:51-57 no contradicen lo que se acaba de exponer. Jesús no estaba hablando de la Cena del Señor, pues esta cena no se instituyó sino hasta un año después. El ‘comer’ y ‘beber’ mencionados en el relato son figurativos y se realizan ejerciendo fe en Jesucristo, como indican los Juan 6 versículos 35 y 40.
Por otra parte, el comer carne y sangre humanas sería canibalismo. Por esa razón se escandalizaron los judíos que no tenían fe en Jesús y que no entendieron su afirmación sobre comer su carne y beber su sangre. Esta reacción indica el punto de vista judío respecto a comer carne y sangre humanas, según enseñaba la Ley. (Jn 6:60.)
Asimismo, el beber sangre era una violación de la ley que Dios dio a Noé antes del pacto de la Ley (Gé 9:4; Le 17:10), y el Señor Jesucristo nunca mandaría a otros que violasen la ley divina. (Compárese con Mt 5:19.) Además, Jesús mandó: “Sigan haciendo esto en memoria de mí”, no ‘en sacrificio de mí’. (1Co 11:23-25.)
Por lo tanto, el pan y el vino son emblemas que representan la carne y la sangre de Cristo de una manera simbólica, como simbólicas son sus palabras en cuanto a comer su carne y beber su sangre. Jesús había dicho a los que se ofendieron por sus palabras: “De hecho, el pan que yo daré es mi carne a favor de la vida del mundo” (Jn 6:51), lo que se cumplió cuando murió en sacrificio en el madero de tormento. Luego, su cuerpo fue enterrado y su Padre se deshizo de él antes de que viera la corrupción. (Hch 2:31.) Nadie comió jamás de su carne o de su sangre de manera literal.
Observancia apropiada y ordenada. En algunos aspectos la congregación cristiana de Corinto había incurrido en una mala condición espiritual, de modo que el apóstol Pablo dijo que ‘muchos estaban débiles y enfermizos, y no pocos estaban durmiendo en la muerte’. Esto se debía en buena parte a que no entendían bien la Cena del Señor y su significado, y no respetaban el carácter sagrado de la ocasión. Había quienes se llevaban la cena para comerla antes de la celebración o durante la misma, y algunos de estos comían en exceso y abusaban de la bebida, mientras que otros miembros de la congregación que no tenían cena pasaban hambre y se sentían avergonzados ante la presencia de aquellos que tenían en abundancia. Como su mente estaba soñolienta o concentrada en otras cosas, no se hallaban en posición de participar de los emblemas con aprecio. Además, la congregación estaba dividida, porque había quienes favorecían a Pedro, quienes preferían a Apolos y quienes se decantaban por Pablo. (1Co 1:11-13; 11:18.) No reparaban en que esta ocasión, de manera especial, debía realzar la unidad. No percibían por completo su seriedad: los emblemas representaban el cuerpo y la sangre del Señor, y la cena era un recordatorio de su muerte. Por eso Pablo subrayó el grave peligro que corrían los que participaban sin discernir estos hechos. (1Co 11:20-34.)
