Marca España

La pobreza, un creciente drama social que empuja hasta el límite de la marginación a cada vez más familias que, sin apenas recursos, viven cada mes el dilema de pagar suministros básicos o cumplir con un requisito de obligado cumplimiento: comer.
Unos nueve millones de españoles están en riesgo de exclusión y las organizaciones humanitarias se ven en la práctica desbordadas por el requerimiento de atención alimentaria. Sin expectativas ni recursos, miles de personas rebuscan a diario entre contenedores cualquier residuo que vender, algún objeto que aporte unos euros extra… O comida, si la hay.
Así viene comportándose la exclusión social, que araña terreno en silencio, sin compasión. Un euro al día para vivir, 300 al mes por cabeza y la pobreza severa se instala en casa como espectro inaccesible. La red familiar, como salvavidas, acusa tanto peso. Gastos de vivienda, luz y agua. ¿Qué queda para comer? La marginación a un paso, y la basura ahí, con sus últimos recursos expuestos en forma de chatarra, plástico, papel o ropa. Y más hambre, cada vez, y más ojos obligados a olvidar prejuicios. «Hay que meter la cabeza en el contenedor y mirar en las bolsas, a ver qué hay». Comida, resulta que también hay comida.
España presenta más de 9 millones de personas bajo el umbral de la pobreza, 3 millones en pobreza severa, 2,3 millones de menores en hogares bajo exclusión social y un incremento hasta el 27% de pobreza infantil… No hay en Europa un país más desigual: el 20% de la población más rica concentra 7,5 más riqueza que el 20% más pobre. Se acerca un modelo social darwinista, con pocos ganadores y muchos perdedores. Como los que eldiario.es/andalucia sigue en su recorrido.
«Cogemos comida de la basura, incluso caducada. ¿Qué hacemos? Si la encontramos y tenemos que comer…». María del Carmen (48 años) «rebusca» a diario algo que pueda vender. «Somos mucha gente buscando y no dan abasto los contenedores», especifica. Vive con su marido, una hija -ambos enfermos- y un hijo. Antes de la crisis, cuenta, vivían «normal, mi marido es pintor de primera de camiones y carrocerías, pero la empresa se vino abajo, lo echaron y ahora lleva seis años sin trabajo». Los ingresos familiares apenas superan los 700 euros mensuales «que duran dos o tres días porque hay que pagar en la tienda donde me dejan sacar lo que necesitamos y llevo un mes sin darles ni un duro». Temen las siguientes revisiones médicas y la posibilidad de un ingreso hospitalario. «A ver si es poco tiempo, nos cuesta el dinero estar allí y luego las medicinas… es que no podemos». «La otra noche», cuenta la hija, Yoana, «nos encontramos un cargador de móvil y nos dieron 12 euros. Con eso cenamos».
Miguel y Teresa son pareja y llevan «más de tres años rebuscando». No tienen ningún ingreso fijo, «sólo la chatarra». Nunca se han llevado alimentos de contenedores «y ahora menos que me he enterado que se ha muerto una familia, no me fío», dice Miguel. Eso sí, asegura, «en el supermercado tiran lo que sobra a partir de las nueve y ya hay gente esperando para coger la comida». Desvela un secreto, amparado en una amplia sonrisa: «he ido juntando con la chatarra y para regalo de Reyes le he echado a mi mujer la ropa que lleva puesta». Teresa se sonroja.
«Hay quien paga la hipoteca con lo poco que cobra para no perder el piso y luego hace lo que sea para comer». Ana García participa en los movimientos sociales de Alcalá: «se está notando mucho la crisis, hay familias sin luz ni agua, buscando en contenedores, pidiendo… Cada vez afecta a más gente y para verlo sólo hay que darse una vuelta, sobre todo por la noche». Se aprovecha, sostiene, «cualquier objeto que puedan vender, las cosas no duran ni cinco minutos en la basura». Juan Miguel Baquero / Luis Serrano

Los internados del miedo

La infancia más vulnerable, la que precisaba más protección fue la gran víctima de un estado que a pesar de tener la tutela de esos niños, los abandonó a la suerte de unos centros –la mayoría religiosos- que se dedicó a sacar provecho de ellos: cobraban del estado, los explotaban laboralmente y satisfacían con ellos sus instintos más violentos. Evidentemente, no en todos los internados se cometieron abusos, pero estamos hablando de una frecuencia más que alarmante. Muy probablemente no había consignas de malos tratos pero la impunidad e inmunidad con se ejercieron son impresionantes.
Miles de niños y niñas fueron encerrados en internados durante el franquismo y hasta los primeros años de la Memocracia.
Colegios religiosos, orfanatos, preventorios antituberculosos o centros de Auxilio Social se convirtieron en una especie de cárceles para estos jóvenes.
Allí sufrieron abusos físicos, psíquicos, sexuales, explotación laboral o prácticas médicas dudosas. Hoy destapan este pasado oculto y silenciado. A diferencia de países como Irlanda, que han reconocido los malos tratos a niños bajo su tutela, en España estos abusos no han sido nunca juzgados ni reparados.Pulsar en la foto para ver el vídeo
Montse Armengou y Ricard Belis
El teléfono sonó. Como muchos días cuando llegamos al trabajo, abrimos nuestro particular “Imserso de la memoria”. Así llamamos cariñosamente al tiempo que dedicamos a atender a personas que nos llaman y nos explican su experiencia durante la dictadura franquista con ánimo de denunciar hechos que no han sido ni juzgados ni reparados. Lo que en cualquier otro país del mundo –desde Argentina hasta Sudáfrica pasando por Congo, Bosnia y tantos otros lugares- habría hecho un organismo estatal, en España lo hacemos asociaciones e investigadores. Ese día al otro lado del teléfono estaba Cándido Canales y su historia de aprendiz de bailarín: sus depresiones, las sesiones con el psicólogo, el baile como terapia, la inminente boda de su hija, su deseo de sacarla a la pista en cuanto sonaran los primeros compases del vals nupcial…
¿Y qué pintábamos nosotros como directores de documentales de investigación…
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LAS MISERIAS DEL IMPERIO

Más de un millón de niños sin hogar en EE.UU.

En un extenso artículo que aborda la situación de miles de personas que en ciudades de ese país viven sin hogar, la publicación señala que a medida que la economía se derrumba, la pobreza en los Estados Unidos aumenta y también la falta de vivienda. Además de los miles de ciudadanos que viven en túneles, también hay miles que lo hacen en ciudades de carpas y en sus vehículos, en momentos en que el gobierno asegura que la crisis recesiva terminó y el país está mejorando, plantea.
El articulista asegura que la policía de la ciudad de Kansas City descubrió recientemente una red de túneles en esa urbe que servían de residencia a personas sin hogar. Por debajo de las calles de Kansas City, hay profundos túneles subterráneos donde un grupo de vagabundos sin techo viven en campamentos y mas dramático aún, precisa el texto, estas familias sin hogar criaban allí a sus hijos menores antes de ser desalojadas por las autoridades.
Por desgracia, subraya, este tipo de cosas sucede en todo el país, por ejemplo en Las Vegas, Nevada, donde se estima que más de mil personas tienen por hogar la enorme red de túneles bajo la ciudad, un laberinto siniestro habitado por arañas venenosas. Lamentablemente, subraya, para un número creciente deestadounidenses una “vida normal” ya no es una opción. Cualquiera de ellos tienen que ir a los refugios para desamparados o tiene que tratar de ganarse la vida porsí mismos de cualquier manera posible. El artículo aborda también la situación en la ciudad de Nueva York donde existe un mundo subterráneo e independiente de la populosa urbe. Agrega la publicación que la pobreza en la ciudad de los rascacielos creció en los últimos años a un ritmo alarmante y el número de personas que habitan en refugios para desamparados creció un 19 por ciento con respecto al año anterior.
El artículo de Global Research sostiene que “tal vez lo más triste de todo esto es la enorme cantidad de niños que sufren noche tras noche” y señala que por primera vez, más de un millón de niños de las escuelas públicas en Estados Unidos no tienen hogar. Ese número ha aumentado en un 57 por ciento desde el año escolar 2006-2007. Otra parte del escrito aborda el número de gente pobre que termina en la cárcel y precisa que el país acumula ahora aproximadamente el 25 por ciento de la población carcelaria mundial en su totalidad a pesar de que solo tiene un cinco por ciento de la población mundial total.