Mi patria es todo el mundo.

Mezquitas

Salvajes

Hablar de la destrucción de libros obliga a referirse al fanatismo, al desprecio por el conocimiento, al deseo de borrar la memoria histórica de los pueblos, de eliminar la discrepancia, la crítica y el diálogo. Destruir obras impresas por motivos religiosos, políticos o por pura ignorancia es un atentado contra la humanidad, un crimen contra el espíritu cuyas consecuencias han sido más serias de lo que podría suponerse. La historia nos presenta una minuciosa crónica sobre este fenómeno. Su interés radica no sólo en ofrecer un recuento de libros y bibliotecas que ya no existen, sino también en analizar las razones que han llevado a los seres humanos a cometer este acto de vandalismo contra sí mismos. El resultado es una imperecedera reflexión sobre la cultura, la verdad y la libertad.

El ejemplo de la desaparición de la antigua biblioteca de Aejandría como la mayor catástrofe acontecida en el mundo bibliotecario. Sin embargo, a lo largo de la Historia muchas han sido las bibliotecas que han desaparecido junto sus materiales librarios. Aunque las circunstancias de la desaparición de la biblioteca de Alejandría todavía no están del todo claras, muchas bibliotecas han ido desapareciendo por decadencia, incendios o simplemente por el efecto de las bombas o por los saqueos de los soldados conquistadores.

Sin embargo, los enemigos de los libros también pueden llegar a ser otros, puesto que han existido movimientos de pensamiento y grandes pensadores han abogado por la destrucción de los libros. Por ejemplo, René Descartes (1596-1650) se mostró tan seguro de su método que pidió a sus lectores que quemasen sus libros antiguos, mientras que el filósofo David Hume (1711-1776) no vaciló a la hora de exigir la supresión de todos los libros sobre Metafísica. Por otro lado, el movimiento de los futuristas de 1910 publicó un manifiesto en el que pedía acabar con todas las bibliotecas y el escritor Vladimir Nabokov (1899-1977) quemó un ejemplar de El Quijote en el Memorial Hall (Massachusetts) ante más de 600 alumnos.

El ejemplo más sangrante es el de la Guerra de Irak donde su biblioteca nacional sufrió un saqueo por parte de bandas organizadas estadounidenses que sabían qué lugares estaban desprotegidos. Según la Convención de la Haya de 1954, la nación que ocupa un territorio debe de proteger los bienes culturales de éste como un principio legal ineludible, sin embargo EEUU pareció dejar hacer con el único fin que la destrucción y el saqueo.

La Biblioteca Nacional de Irak consistía en un edificio de tres pisos, construido en 1977, situado en la capital Bagdad. La segunda planta albergaba el Archivo General, por lo que además de un millón de volúmenes de la Biblioteca, desaparecieron 10 millones de documentos, algunos del período otomano.

En la actualidad los mal llamados medios de comunicación pseudoficialistas mundiales contribuyen a la sistemática destrucción y manipulación de la cultura y los libros poniendo trabas a su difusión y uso general por medio de absurdas leyes internacionales y prohibiciones, así como al silenciamiento sistemático de autores y obras no-gratas, para los objetivos de sus «dueños» de estupidización e incultura generalizada…

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LIBRO SEMANAL

Historia general de las Indias

Historia Universal de la destrucción de Libros

Independência ou Morte

Bandera de Brasil

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Nada hay cuidadosamente ocultado que no haya de revelarse
ni secreto que no llegue a saberse”. Evangelio de Lucas 12:2

superduque

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Hacer beneficios a un ingrato es lo mismo que perfumar a un muerto. (Plutarco)

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Córdoba

Sobre las aguas del río fluye la luna y sus tránsitos: ¡Palimpsesto de ríos
y sus pulsos! Arropada por la lenta formación del crepúsculo, el alma reposa
abandonada a la inmovilidad del espacio, sustraída a las argucias del lenguaje.

 
Declaramos la armonía del mundo en su silencio indescifrado, en su cualidad
luminosa surgida del estallido abrasador de las palabras, de sus ritmos y
geometrías conceptuales que perpetúan los pensamientos y fundamentan la
urdimbre universal de la vida. Mas en apartamiento íntimo, confín y despojo
del mundo, ¿qué nos mueve a indagar la quietud de ese universal roce de
fertilidades y ensimismamientos que es la vida del alma, sino la nada que
en soledad de continuo devenimos?

Circunscrito a la sensación de ser, un verdor de soledades apremia la
presencia del alma que atestigua la vida y sus pulsos, siendo y des-
siéndose, universal roce de soledades, senda abrupta y hondo barranco,
refugio soledoso y abandono, origen y dios que da fragancia: tú y yo,
nosotros, unísonos, sin nexo que nos repliegue, absolutos, como la
incisiva plenitud de este remanso de atardecer y canto de julio.


De los frágiles dedos de la experiencia, ¿qué queda en la calma sorprendente
de esta tarde de julio? Es la sensación de ser que embriaga el espacio y al
testigo que lo circunscribe, sin palabras que disturban la realidad que
aparece y se extingue, para renovarse y extinguirse de nuevo, juego de las
recreaciones y de las disoluciones, aventura de la imaginación y del deseo,
evidencia de la plenitud disgregada.

¿Acaso no son la vida y la muerte rumores en curso?...

La luz del alba abre el día a la profundidad del espacio. La brisa fricciona
la diversidad que aparece, dulce o amarga, como una suerte de azar o roce
universal de ríos o cantos, tuyos y míos, transparencia terrestre en cuyo
centro la unidad teje el espacio sin orillas, tránsito, peregrinaje del ser
devenido, confluencia de la piedra y del pájaro, del agua y de la noria, del
junco y del alma, y de la infinita concreción de las analogías, que ahora
me rescriben negación del tiempo, de la línea, de la palabra.


Sobre las enramadas y las geometrías laberínticas del espacio, la luz extiende
sus cúpulas como un pensamiento que hiciera libre a quien urdió la vida en
sueños, ¿transparencia en la que el mundo deviene ausencia, vaciamiento, poema
sin cuerpo? ¡Plenitud de la sensación de ser luz en el espacio, luz en armonía
sosteniendo la tarde y la imagen de sí misma soñándose en la expansión universal
de cuanto acontece!.


En tal suerte de ensimismamiento, ¿qué puede ofrendar el mundo a este retiro de
luz abandonada a sí misma y al silencio que desciende hasta los espacios que
son tuyos y míos, sin roce siquiera que nos desate, sin fragancia que nos perciba,
estando ya los bríos del alma adormecidos?…


Más adentro, en abandono íntimo, donde la seducción de la experiencia cesa y sólo
la consumación en lo indiviso pulsa la vida que transgrede y cesa. Perdido se ha
el alma. Ensimismados sus pulsos. Cegados los sentidos mediadores que en vida la
hermosura gozan. De seguro, caminando entre sus frondas en llamas, conjúrase la
vida en juego universal de recreaciones y disoluciones, y olvídame entre tus
silencios hondos, junto a la agreste hora en que la belleza prende su vuelo y
adentra el alma hasta los espacios en que te ocultas en tu invisibilidad sellada.


Libre de la esfera del tiempo, de los nombres y de las formas, que encarnan la
realidad que acontece, sólo la sensación de ser permanece.

Cruzo la llanura hasta el sendero que conduce a la vertiente angosta del río,
junto a los aranceles de la memoria y a las aguas que mueren en los ritos de
la tarde, decrecidos ya sus pulsos, cercados por la impronta irreducible del
instante en que el alma se abandona a sí misma: noche de los incendios
esplendorosos y de los susurros volátiles, morada del arrobamiento, tú y yo,
siéndonos uno, sin palabra, sin conquista. El corazón crepuscular del alba
se expande entonces hasta la inquietud de las enramadas. Agudiza el río su
curso y el día adviene. Tú escribes, en el espacio de los gozos indescriptibles,
los ecos del alma y este poema de laberíntico curso.


Algo se extinguió en los arenales del día y de la noche. Miles de voces estallan
y el silencio adviene. Nada destella en forma de imagen o de hecho. Ni el espacio
ni el tiempo poseen un nombre que les reclame. Abatida la memoria, consumido el
aceite de los deseos y sus frutos inferentes, antes de la percepción del mundo,
de las palabras y de los gestos que lo fundamentan y ciñen, del tejido del tiempo
de ondulados enjambres y tramposas licencias, del susurro de los valles enjaezados
de marzo, de los vacíos y fertilidades de este suelo quemado por el sol, en donde
maduran los dioses y las plegarias apasionadas de los hombres, ¿qué era yo?.

El río cede sus aguas a la noria que da forma y sentido a la tarde. El movimiento
de las aguas fascina al ojo. Los ánades esplenden en el aire y funden su vuelo a
los fulgores de la tarde inquieta. Los pulsos se desnudan y cesan los sentidos.
¿Dentro?… ¿Fuera?… Nada molesta la plenitud de este instante en que el mundo
y sus esfuerzos ardorosos se disuelven en el silencio, ¿cobijo del alma o región
del ensimismamiento?… Cuando de nuevo surjan los pensamientos, siendo observados,
¿habrá alguien que los contemple?…


Imagino a San Juan de la Cruz en el deseo supremo de lograr el desasimiento que
disuelve el alma en el Amado. Pero no menos me intereso en intuir la apacible
calma de Ibn Arabí en la ardua tarea, no del convencer imposible, sí del exponer
a sus correligionarios sufíes el falaz asunto de la aniquilación del ser. El
abulense desesperando por morir, para vivir en lo Supremo luego; el andalusí,
apacible, entregando a los guiados por el intelecto y sus controversias el suave
néctar de quien ya sólo sabe de lo indiviso. Disueltos, uno y otro, en las aguas
del Amor oceánico, Juan quedóse no sabiendo; Arabí sabe que en el ser no hay otro
a quien conocer, pues sólo él es. Juán vibra en el último balbuceo. Arabí nada busca, es.

Contador

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Firmar

Contra el T.T.I.P.

NO A LA LEY MORDAZA

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