Canta de nuevo tu poema Erato que Calíope la de la bella voz, hará grande,
celebra Clío tu voz mientras los trinos de la flauta de Euterpe acarician la mágica noche.
Baila Terpsícore y Polimnia y van trazando círculos de ondas en el lago azùl mientras
sonríen los brillantes ojos de Talía haciendo brotar flores con el blanco rocío
que las lágrimas en su risa provocan. Mas de nuevo Melpómene llora la ausencia de Selene
aunque Urania mira al cielo sabiendo que esta volverá. Una vez mas el bosque cobijaba
al etereo corro de las bellas ninfas hasta que el primer rayo de sol las conviertan
en inspiración del arte, de poetas y amantes, en auténticas Musas del pensamiento y la creación.
La siguiente noche, volverían a brillar las pequeñas lumbreras mas alegres porque volvió Selene
para inundar con su luz el suave claro del bosque sagrado de las sabias ninfas…
Eran nueve diosas hijas de Zeus y de Mnemosine que protegían las artes, las ciencias y las letras. Nacieron en la cumbre del Piero pero moraron sucesivamente por dilicón, Beocia y en Macedonia. Cada una de las nueve Musas estaba especializada en un tema diferente. Calíope defendía la poesía heroica por lo que solía portar obras como la Odisea, la Iliada o la Eneida. Clío presidía la historia y se encargaba de poner de relieve las grandes hazañas del mundo. Melpómene inspiraba la tragedia e iba vestida como una sobria y gran actriz dramática con una maza que indica que la tragedia es un arte difícil que exige un genio privilegiado y una imaginación vigorosa. Talía iba caracterizada de forma equivalente a un payaso de la actualidad pues era la musa de la comedia. Euturpe, siempre con su flauta, era, pues, la especializada en la música y se relacionaba mucho con Terpsícore, diosa de la danza. Erato inspiraba la poesía lírica y amorosa por lo que iba caracterizada como Eros en algunas ocasiones y con un laúd, instrumento que ella inventó y una corona de rosas y mirto en otras. Polimnia, en actitud pensativa, defendía la poesía sagrada. Por último, Urania, musa de la astronomía, iba acompañada de un globo terráqueo y de un compás para medirlo. Debido a sus grandes capacidades hubo diversos intentos de dominarlas y recluirlas, o incluso, vencerlas en capacidad artística. Lo primero fue intentado por Pireneo, rey de la Fócida, quien cuando las Musas paseaban solas muy alejadas de sus moradas y en pleno vendaval les ofreció asilo y cuando éstas aceptaron, las encerró en su palacio. Sin embargo, antes de que el tirano pudiese consumar ninguna de sus fechorías, las nueve muchachas se proveyeron de alas y lograron escapar, provocando la muerte de Pireneo mientras las perseguía. Por su parte, lo segundo fue intentado por las Piérides, hijas de Piero, rey de Macedonia que apostaron diversos territorios con las Musas a que serían mejores que ellas en el canto y la poesía. Las Piérides trataron sobre las luchas entre Zeus y los titanes pero sin ritmo, ni gracia, ni vida, ni concordancia. Las Musas, por su parte, trataron sobre el poder de Zeus y la desesperación de Démeter y en cuanto terminaron, las ninfas, que eran el jurado, le dieron la victoria. Entonces, las hijas de Piero se abalanzaron sobre las ganadoras pero al momento se convirtieron en urracas, conservando bajo esa forma su temperamento y charlatanería.
Al pulsar en la imagen de las musas, podrán escuchar la obra de teatro de
Carlos Ferrari, las nueve tias de Apolo