El negocio de la fe




Según las sagradas escrituras En la Biblia, la palabra alma traduce el término hebreo néfesch y el griego psykjé. El término hebreo puede significar literalmente “criatura que respira”, y el griego suele transmitir la idea de “ser vivo”, “persona, individuo”. * Por tanto, puede decirse que el alma se refiere al propio ser, a la criatura o la persona en su totalidad; no a algo que tengamos en nuestro interior y sobreviva a la muerte del cuerpo.
El alma ciertamente puede morir. Decenas de pasajes bíblicos así lo demuestran. He aquí algunos ejemplos.
La Biblia dice: “El alma que peque, ésa morirá” (Ezequiel 18:4, 20, La Biblia de las Américas).
Refiriéndose al castigo que le esperaba al israelita que cometiera alguna de las ofensas más graves, la Ley decía: “Aquella alma será cortada”, o “tajada” (Éxodo 12:15, 19; 31:14, Reina-Valera, 1909; Levítico 7:20, 21, 27, Biblia de Ferrara). En Levítico 19:8, La Biblia de las familias católicas describe el mismo castigo con estas palabras: “Aquella alma perecerá”.
A lo largo de la historia, el hombre ha manifestado en multitud de formas su repugnancia a la idea de extinción total de la conciencia que implica la muerte.
No es ningún secreto que la supervivencia en el más allá ha sido el motor y fundamento de la mayoría de las religiones.
Sin embargo, no deja de ser curioso que en ciertas culturas no haya existido tal expectación de inmortalidad, o por lo menos, de supervivencia post mortem. Así, por ejemplo, los hebreos inicialmente no incluían en su doctrina la creencia en un alma inmortal. Solamente después de su estancia en Egipto, surge en ellos el concepto de la inmortalidad. A pesar de esto, ciertas sectas judías, como la de los saduceos, rechazaban la existencia de un alma eterna ya por la época de Jesucristo.
Este grupo, que cuenta con el apoyo oficial de la revista Reader’s Digest, ha iniciado un movimiento casi místico con fuertes tintes seudocientíficos. Su iniciador fue Raymond Moody, norteamericano que, en 1975, lanzó su éxito de librería denominado Vida después de la vida.
Moody, quien es médico siquiatra, basa sus hipótesis en la descripción de las experiencias de un gran número de casos de pacientes que han sufrido la llamada muerte clínica al ser sometidos a operaciones quirúrgicas o al haber sido víctimas de accidentes o traumatismos.
Moody describe una experiencia mortal típica como sigue: En el momento de mayor incomodidad el paciente, semiinconsciente, escucha que el médico lo declara muerto. A continuación percibe un molesto y fuerte zumbido y se siente absorbido y arrastrado a lo largo de un profundo túnel.
Es entonces que se da cuenta que posé un nuevo cuerpo, con poderes muy distintos, y que puede ver a su antiguo cuerpo yaciendo en el lecho, rodeado del equipo médico de resucitación. Su punto de vista está muy por encima y alejado de su ya inminente cadáver. Puede observar a sus parientes y amigos fallecidos y se encuentra con un ser muy luminoso, un espíritu “cálido” y amable el cual le ayuda a rememorar, en forma instantánea, los acontecimientos de su vida pasada. Se apodera de él una sensación de sapiencia total… la sabiduría de siglos. Finalmente, alcanza una barrera, en la que, contra su voluntad, se le hace volver a su hospitalizado cuerpo. Después de ser revivido, el sujeto queda muy afectado emocionalmente y pierde el temor a la muerte.
Alcock, El sicólogo James E. Alcock se ha encargado de investigar lo que hay de realidad en las afirmaciones de Moody y de otros impulsares de las teorías de la vida después de la vida, como Currie, Osis, Haraldsson y Kubler-Ross.

Primeramente, Alcock descubrió que las encuestas que supuestamente apoyaban estas ideas adolecían de muchos defectos metodológicos. Por ejemplo, los cuestionarios se dirigían a los médicos y a las enfermeras, y no a los pacientes. Se les preguntaba en general si sus pacientes habían visto tal cosa u otra al estar al borde de la muerte. De esto lo única que se puede deducir es que algunos médicos recuerdan a algunos pacientes que tuvieron algunas experiencias de seudomuerte.
También detectó Alcock que Moody mismo acepta que hay pacientes que describen las mismas experiencias en situaciones en las que la vida no estaba en peligro. Esto lo explica Moody diciendo que las drogas, medicamentos y las experiencias místicas pueden llegar a “disparar el mecanismo que deja escapar el alma del cuerpo”.
Alcock describe también las condiciones del organismo y de la mente cuando se encuentra el individuo en estada de sueño ligero (hipnagógico).

En esta situación la mente puede formar imágenes como figuras geométricas, luces, colores brillantes, rostros humanos conocidos o desconocidos y hasta paisajes bellos y grandiosos.
También revisa Alcock las investigaciones que se han realizado sobre las alucinaciones que se sufren bajo la influencia de diversas drogas o en estados de alteración nerviosa grave. Alcock halló pruebas de que una de las imágenes más comunes que surgen es la del túnel y la de una revisión mental panorámica de acontecimientos de la vida pasada del paciente. No hay duda de que las alucinaciones ordinarias contienen todos los elementos descritos por Moody como visiones del más allá.
Finalmente, se puede llamar la atención acerca de la naturaleza profundamente influenciada por aspectos culturales que tienen las experiencias de casi muerte.

Un anciano blanco, barbado, vestido con una túnica, canoso y de ojos azules le pregunta al presunto difunto: “¿Qué has hecho de tu vida, hijo mío?”… Esto suena lógico para un norteamericano de la clase media. Pero si se trata de un niño etiope que ha muerto de hambre a los ocho años de edad… ¿también llegará el anciano caucásico a preguntarle cómo aprovechó su vida?…
Alcock concluye su análisis señalando algunos riesgos que involucran esta y otras creencias seudocientificas similares. Existe por lo menas un caso documentado de un suicidio, el de una madre que intentó confiadamente reunirse con su hija fallecida, influenciada par las ideas de Moody y socios.
Hay también algo más que molesta a Alcock, y es la extraña necesidad que tienen quienes impulsan esta mistificación de obtener evidencia sólida para apoyar su fe religiosa, engañando al lego con fines claramente proselitistas.

2 Corintios 11:14

y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Juan 8:32

La monja carmelita Charlotte Wells destapó rituales de iniciación y sacrificios satánicos en convento y El Vaticano








La religión católica
La Influencia Pagana en la religión católica
En los siguientes audios, amig@ oyente, quiero hacerte llegar mi sensación de sorpresa, al estudiar sobre este tema y comprender que la mayoría de las fiestas, llamadas cristianas, tienen un trasfondo pagano y por lo tanto sin justificación ni cristiana ni bíblica. Mientras gran parte de la humanidad muere de escaces y hambre hay un submundo de falsas creencias con las manos manchadas de sangre que se se rindio hace mucho tiempo al diablo, a cambio de riquezas y poder, formando esta lacra las iglesias que fomentan y bendicen los asesinatos, las banderas, inquisiciones, guerras, ejercitos y armas haciendose inmundos, asesinos y asquerosos como el, su mision es destruir la bondad del universo.. Por supuesto eligieron dias especiales para ellos y comercialmente muchos se prendieron a miles de idolos disfrazandolos de santos propios vendiendo lo mas sagrado y ofendiendo al unico Dios vivo. Esta prostitucion de la verdad ha hecho que la Cristiandad actual se haya ganado merecidamente el titulo de Babilonia la Grande, la madre de todas las Rameras.
Babilonia la Grande
Culto a La Madre e Hijo
Culto a María
Santos, Santoral, y Simbolismo
Obeliscos, Templos y Torres
¿Es la cruz un simbolo Cristiano?
Constantino y La Cruz
Reliquias del Romanismo
Fraude Religioso
¿Fue Pedro el Primer Papa?
Origen Pagano Del Oficio Papal
Inmoralidad Papal
Son Infalibles Los Papas
La inhumana Inquisición
Alejandro Dumas, en su novela “La Reina Margot”, referida a ese hecho, muestra a un rey
débil, cobarde, inconsistente e incapaz de ejercer su autoridad, frente a una madre
controladora y vengativa, que a su vez manipulaba a su antojo al círculo rojo del rey.
Más allá de la novela –magistralmente llevada al cine bajo la dirección de Patrice Chéreu,
el hecho histórico demuestra cómo una diferencia religiosa, puede desencadenar en una
catástrofe, cuando alguien piensa que dios debe hablar para dirimir un asunto.
En realidad, el conflicto entre protestantes y católicos no es la fe en dios, pues ambos
creen en el mismo dios, con iguales atributos y parecida historia. El verdadero dilema,
es que los protestantes se asumen con más dignidad humana y adoptan una fe, digamos, más
racional y enfrentan la corrupta iglesia católica, instaurando nuevas formas para realizar
los ritos y, sobre todo, para la conducta de las jerarquías.
En una palabra, se trata de un problema de poder, más que de fe.
Y es ahí cuando, de manera maliciosa y corrupta, quienes defienden unos intereses, se
aprovechan verdaderamente de la fe de las personas y las instan a actuar, supuestamente,
en el nombre de dios, pero de una manera animal.
La Matanza de San Bartolomé, en 1572, exigió auténticas hordas de asesinos “peinando”
las calles de París sistemáticamente, pues los muertos se contaron por miles en una
sola noche. Nadie en su sano juicio hubiese salido a las calles a asesinar gente
indiscriminadamente, sobre todo con armas punzocortantes, a no ser porque se les
enajenó a través de una fuerza mucho más intensa que la razón (la fe), pero manejada
de manera desvirtuada.
Ninguna de las tres mayores religiones monoteistas del mundo (católica, judía y musulmana),
considera siquiera la posibilidad de que los humanos actúen en nombre de dios en ningún
momento. Más aún, por lo menos la religión católica señala en numerosas ocasiones, que dios
es todopoderoso, lo cual, en lógica formal, elimina de entrada la necesidad de que nadie
actúe o asesine en su nombre.
Pero enardecidos por el engaño de los poderosos, los creyentes son capaces de actuar de
manera brutal, e irracional, como ocurrió en aquella noche fatídica en París, en el siglo XVI,
pero como hemos visto también miles de ejemplos en casi todos los siglos y países imaginables.
(Por ejemplo, Canoa, en Puebla, a principios de los años 70 del siglo pasado).
Conozco a un periodista palestino, muy callado y analítico, a quien un día le preguntaron su
opinión sobre el conflicto religioso entre judíos y árabes. Su respuesta no pudo ser más
ilustrativa: “nuestro problema no es con los judíos; es con los sionistas”. Es decir, no es
un problema de fe, sino de poder y de expansionismo, al que se ha revestido deliberada,
falsa e injustamente, de un ropaje religioso para hacerlo más “creíble”. Es decir, una vez
más, el abuso respecto al nombre y “deseos” de dios, interpretado al antojo de los poderosos
en turno, para “justificar” las más feroces y animales atrocidades.
No opio sino veneno y nos lo quieren cobrar. No contribuyas a la pedofilia
istitucionalizada, ni un euro para la gran Babilonia.
Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro
padre. El fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad
porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza,
porque es mentiroso y el padre de la mentira.
Evangelio del apostol Juan 8:44
«Se acercaron entonces los discípulos a Jesús, y le dijeron: Mira, los fariseos se
han sentido ofendidos al oir esas palabras. Jesús les respondió: Cualquier planta
que mi Padre celestial no haya plantado, tendrá que ser arrancada. No les hagáis
caso, porque esos son ciegos que intentan guiar a otros ciegos; y si un ciego se
hace guía de otro ciego, ambos caerán juntos en el mismo hoyo.»
Evangelio de Mateo 15:12-14