Mi patria es todo el mundo.

Cuba

Alvar Núñez Cabeza de Vaca

Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Fue el primer hombre blanco que viene a Ojinaga, llegando en 1535 en compañía de otros dos españoles, y un moro Estevanico los únicos sobrevivientes de un naufragio frente a las costas de Florida en 1528. Era el segundo al mando en la expedición nefasta de Pánfilo de Narváez, encargada de explorar Florida y reclamar su territorio para España. Su valor, constancia y resignación en los trabajos, así como la humanidad con que trataba a los indios, prueban que tenía tan excelente y bondadoso corazón, como aventajadas dotes de guerrero.

Nació en Jerez de la Frontera Cádiz hacia 1490, y era nieto Pedro de Vera, a quien los Reyes Católicos Doña Isabel y Don Fernando concedieron la conquista de las Islas Canarias, en cuya empresa, que no consiguió llevar a cabo. Curs0 medicina en Sevilla.

Tuvo dos hijos. Uno de ellos fué padre de Álvaro, habido con Dona Teresa Cabeza de Vaca, señora de ilustre linaje. En sus primeros años debió emplear en servicio del estado, puesto que ejercía el cargo de tesorero del rey en Sevilla en 1527, cuando se decidió a partir para las Indias con Pánfilo de Narváez, que se dirigía a conquistar la Florida. Partió la expedición, en la cual ejercía los destinos de tesorero y alguacil mayor, del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 17 de junio de 1527, y después de haber llegado sin novedad particular a su destino y batido en un primer encuentro a los Indios Apalaches, tuvo tan mala fortuna, que los seiscientos españoles que la componían perecieron, excepto cuatro, que fueron Álvar Nuñez, Alonso del Castillo Maldonado, Andrés Dorantes, y el esclavo negro Esteban de Azamor, quienes debieron el salvar la vida al estado de flaqueza y extenuación en que estaban, por lo cual no los creyeron los indios de provecho para comérselos.

En 1527 fue miembro de una expedición que tenía por finalidad la búsqueda de oro, integrada por 300 hombres y capitaneada por Pánfilo de Narváez. Dicha expedición llegó a la bahía de Tampa hacia abril de 1528, y de allí se dirigieron por tierra hacia México. Fueron muriendo muchos de los integrantes de este grupo, por lo que se convirtió en jefe de estos conquistadores. En una isla los indígenas los capturaron.
Cuando Narváez perdido sus barcos y sus hombres, y luego desapareció, Cabeza de Vaca se hizo cargo del puñado de sobrevivientes, cuyo número se redujo a casi nada por ataques de los indios, el hambre, las enfermedades y accidentes, hasta que sólo los cuatro hombres que finalmente hizo su camino a Ojinaga se quedaron.
Se dedicó en tan lamentable situación a curar las enfermedades de aquellos naturales, en lo cual tuvo tal suerte, que logró captarse el aprecio y respeto de aquellas tribus, que lo miraban, así como á sus compañeros, cual á seres sobrenaturales, pero lo que no admite duda es que con la fama que adquirieron los cuatro españoles, pudieron gozar de completa seguridad y correr la tierra, siendo perfectamente recibidos en todas las tribus, y de una en otra vinieron a parar a San Miguel de Culhuacan, en la costa del mar del Sur, después de una peregrinación de cerca de diez años: de allí pasaron a Méjico, de donde regresó a España.

No conforme con los anteriores adversos sucesos, solicitó y obtuvo del emperador Carlos V la gobernación del Paraguay con título de Adelantado, obligándose a continuar el descubrimiento, conquista y población de aquel territorio. Partió nuevamente de Sanlúcar á 2 de noviembre de 1540 con 700 Españoles y un buen número de aventureros hidalgos, y después de haber reconocido el cabo de San Agustín, el puerto de Santa Catalina y la entonces casi desierta Buenos Aires, continuó por tierra su camino, explorando todo el país, y llegando á la Asunción el día 11 de marzo de 1542, tomó inmediatamente posesión de su gobierno.
Procedió al arreglo de la colonia, nombrando su Maestre de Campo a Domingo Martínez de Frala, a quien encargó proseguir los descubrimientos hasta ponerse en comunicación con el Perú: hizo salir una expedición al mando de su sobrino Alonso Riquelme á conquistar la provincia del Ipané, y por último, marchó con otra en persona a explorar el país y buscar minas.

Después de seis años de cautiverio, él y otros tres expedicionarios lograron huir en 1535, y recorrieron el sudoeste estadounidense y norte de México hasta llegar a un poblado a orillas del Río Sinaloa. A su regreso a España en 1537, la corona lo nombró Adelantado Gobernador del Virreinato del Río de la Plata. Entre 1541 y 1542 estuvo al frente de una expedición que recorrió el sur de lo que es hoy Brasil, hasta Asunción. En esta expedición descubrió las Cataratas de Iguazú. En 1544 volvió a España bajo arresto por oponerse al uso de tanta barbarie hacia los indios, allí lo desterraron y enviaron al África, hasta 1556 en que obtuvo el perdón por parte de Felipe II, quien lo nombró presidente del tribunal supremo de Sevilla. Tomó los hábitos y se radicó en un monasterio sevillano.

Archivo:Monasterio de San Clemente (Sevilla). Claustro.jpgDurante sus viajes tuvo serias desavenencias con los oficiales reales, particularmente con el contador Felipe de Cáceres, hombre inquieto y mal acondicionado, quien estaba al frente de una conspiración dirigida a despojarle del mando. En efecto, no bien regresaron a la Asunción, cuando, aprovechando los conjurados la ocasión de hallarse enfermo en cama, le sorprendieron en su posada.

Resistió a ello, hasta que Jaime Requin, uno de los amotinados, le puso una ballesta armada al pecho, le amenazó con la muerte. Entregó entonces su espada a Francisco de Mendoza; en seguida, asiendo de él, le pusieron un par de grillos y encerraron en una oscura cuadra de la casa de García de Venegas, juntamente con su sobrino Riquelme, el Alcalde Mayor Pedro de Estupiñán y otros capitanes y caballeros á quienes prendieron también, poniéndoles cincuenta soldados de guardia. Apoderados del gobierno, nombraron Capitán general a Domingo de Trala, quien, aunque se excusó cuanto pudo, hubo de ceder a la fuerza, admitiendo el mando para evitar mayores excesos, el 15 de diciembre de 1543.

Sus enemigos formularon el proceso, y terminado éste al cabo de diez meses de sufrir una dura prisión, le embarcaron para España, acompañado del Veedor Alonso Cabrera y el Tesorero García Venegas, encargados de sostener ante el Consejo de Indias la acusación. Llegaron a España después de sesenta días de navegación, y el emperador mandó poner preso a Cabrera y Venegas, de los cuales el primero enloqueció y el segundo murió en la cárcel antes de sentenciarse el proceso, del que salió sentenciado a privación de oficio y a seis años de destierro en Oran con seis lanzas; pero apeló, y fue en revista absuelto. Allí vivió hasta su fallecimiento.
Muere en Sevilla en 1560 rehabilitado por Felipe II; gozando del aprecio general, pues ejerció la primacía del Consulado con mucha honra.

Escribió dos obras, una la relación de su expedición á la Florida, con el título de Naufragios, que se imprimió el año de 1555 en Valladolid, y la segunda los Comentarios de su gobierno, que extendió el escribano Pedro Fernández, y vio la luz pública juntamente con la anterior; libro curiosísimo y en extremo apreciable para conocer el modo de vivir y costumbres de los Indios de las tribus salvajes en tiempo de la conquista.

En Ojinaga, se le recuerda por haber plantado la cruz, que es el símbolo por el que se identifica en las pinturas y dibujos de él, en la cumbre de la cercana Sierrita de la Santa Cruz – que se deriva el nombre de la cruz y que actúan.
Cada año en Ojinaga, en el día de la fiesta de la Santa Cruz, en mayo, los bailarines matachines cabo en una ceremonia que probablemente se remonta a la época de su llegada y antes, cuando no era probable una celebración de la vieja religión india que se aprobó en la parafernalia de la religión católica después de la hora de Cabeza de Vaca. 

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Alvar Nuñez Cabeza de Vaca (c.1490-c.1557)

The journey of Alvar Nuñez Cabeza de Vaca remains one of the most amazing feats of exploration in the Americas.

Cabeza de Vaca was born into the Spanish nobility in 1490. Little of his early life is known, except that he made his career in the military. In early 1527 he left Spain as a part of a royal expedition intended to occupy the mainland of North America.

After their fleet was battered by a hurricane off the shore of Cuba, the expedition secured a new boat and departed for Florida. They landed in March 1528 near what is now Tampa Bay, which the expedition leader, Pánfilo de Narváez, claimed as the lawful possession of the Spanish empire.

Despite this confident declaration, the expedition was on the verge of disaster. Narváez’s decision to split his land and sea forces proved a grievous error, as the ships were never able to rendezvous with the land expedition. The party soon overstayed its welcome with the Apalachee Indians of northern Florida by taking their leader hostage. Expelled and pursued by the Indians, suffering from numerous diseases, the surviving members of the expedition were reduced to huddling in a coastal swamp and living off the flesh of their horses. In late 1528, they built several crude rafts from trees and horse hides and set sail, hoping to return to Cuba.

Storms, thirst and starvation had reduced the expedition to about eighty survivors when a hurricane dumped Cabeza de Vaca and his companions on the Gulf Coast near what is now Galveston, Texas. They were initially welcomed, but, as Cabeza de Vaca was to remember, «half the natives died from a disease of the bowels and blamed us.» For the next four years he and a steadily dwindling number of his comrades lived in the complex native world of what is now East Texas, a world in which Cabeza transformed himself from a conquistador into a trader and healer.

By 1532, only three other members of the original expedition were still alive — Alonso del Castillo Maldonando, Andrés Dorantes de Carranca, and Estevan, an African slave. Together with Cabeza de Vaca, they now headed west and south in hopes of reaching the Spanish Empire’s outpost in Mexico, becoming the first men of the Old World to enter the American West. Their precise route is not clear, but they apparently traveled across present-day Texas, perhaps into New Mexico and Arizona and through Mexico’s northern provinces. In July 1536, near Culiacán in present-day Sinaloa, they finally encountered a group of fellow Spaniards who were on a slave-taking expedition. As Cabeza de Vaca remembered, his countrymen were «dumbfounded at the sight of me, strangely dressed and in company with Indians. They just stood staring for a long time.»

Appalled by the Spanish treatment of Indians, in 1537 Cabeza de Vaca returned to Spain to publish an account of his experiences and to urge a more generous policy upon the crown. He served as a Mexican territorial governor, but was soon accused of corruption, perhaps for his enlightened conduct toward Indians. He returned to Spain and was convicted; a 1552 pardon allowed him to become a judge in Seville, Spain, a position which he occupied until his death in 1556 or 1557.

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A Hero for all Time

Bartolome de Las Casas was a simple Spanish priest, willing to risk all, including his very life, in order to blow the whistle on the first and one of the worst incidents of modern genocide, a wave of cruelty, greed and destruction that swept mercilessly across both continents of the so-called New World, beginning with Columbus’s first voyage. Las Casas pulled no punches, told it all, peeling off the heroic facades that have been perpetuated by generations of jingoists and schoolteachers regarding Cortez, Columbus, Pizzaro and other explorers and conquistadors.

He arrived in the Americas in 1502 with Nicolas de Ovando’s expedition. After journeying to Rome to be ordained a deacon, he returned to the Indies and became the first priest ever ordained in the Americas. He accompanied Diego de Velasquez on his expedition to conquer Cuba and was granted land and the slave labor of the Indians living on it in return for his services.

The encomienda system, devised by the Spanish to force the labor of the conquered Moors, amounted to slavery. Spanish officials ceded lands to the conquistadors, and those who lived there were forced to work on it. Las Casas appeared to be well on his way to becoming just another acquiescent encomendero, but his disenchantment with the system was festering beneath his calm surface.

On Pentecost Sunday, 1514, Las Casas turned “traitor to his class,” preaching a sermon condemning Spanish treatment of native peoples. He subsequently freed all his slaves and began advocating on behalf of Indian people.

For forty years, he was to witness Spanish atrocities rivaling the darkest days of the Third Reich or the Gulag Archipelago. In his tell-all book The Devastation of the Indies, he speaks of Native men, women and children being burned alive, sometimes thirteen at a time to represent Christ and his Apostles, of shops specializing in human flesh sold for dog food, horror stories of rape, torture and murder. Las Casas tells of entire families committing suicide to escape the cruelty of the invaders.

According to Las Casas, captains of slave ships could navigate by following the trail of the dead cast overboard by the ships ahead of them. Entire populations of inoffensive people who had approached the Spaniards in a spirit of friendship were annihilated by disease and genocide. Thousands were worked to death as slaves in the mines and sugar plantations of the Americas.

Rather than condemn the acts of individual conquistadors and encomenderos, he attacked the entire system. Standing before Charles V of Spain, he demanded an end to the military conquest of native peoples and their enslavement.

Central to Las Casas’s struggle for Native American rights were the famous Valladolid Debates of 1550-1551, during which he contradicted the arguments of the Spanish philosopher Juan Gines de Sepulveda who attempted to justify the enslavement of indigenous peoples on Aristotelian and Humanistic grounds that such actions were justified to uproot such real and imagined crimes against nature as idolatry, sodomy, cannibalism and human sacrifice, and that slavery can be an effective instrument for Christian conversion. In Sepulveda’s view, certain races lack the power of reason and, therefore, are naturally predisposed to slavery and bondage.

Las Casas argued that the Aristotelian/Humanistic tradition did not apply to Native American people, who demonstrated that they did, indeed, possess the capacity for reason and that they should be peacefully converted to Christianity. He declared that individuals are obligated to prevent the mistreatment of innocents. The debate caused Las Casas to be regarded as a lone voice crying out for the rights of indigenous peoples in an age of brutality, enslavement and genocide.

Pope Paul III issued a papal bull sublimis deus in 1537, proclaiming the rational humanity of natives and demanding protection for their lives and property. The New Laws of 1542, issued by Charles V, forbade Indian slavery and the transfer of encomiendas by inheritance, thus, hopefully eventually abolishing the system. Las Casas was officially appointed Protector of the Indians.

In 1544, Las Casas was made Bishop of Chiapas in southern Mexico. He outraged many communicants by denying absolution for sins to anyone failing to free their slaves and provide them with restitution. For this, his life was threatened. Those possessing wealth and power seldom relinquish it peacefully. In 1552, Las Casas returned to Spain and published Devastation of the Indies. The book is not for the weak of heart or stomach, describing in gruesome detail the atrocities committed in the name of a Savior who would never countenance such actions, but overlaying an all consuming hunger for gold, land and wealth.

While the New Laws decreed humane treatment of indigenous peoples, they were largely unenforceable, given the distance of the colonies from the mother country, and the plight of Native Americans improved only slightly. And yet Las Casas endures as one of history’s first and most effective whistle blowers, a hero for all times.

Remembering the barbarism of Christopher Columbus, I have scratched out his name on my kitchen calendar and penciled in “Father Bartolome de Las Casas”.

EL PARAÍSO from anabel amiens on Vimeo.

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Nada hay cuidadosamente ocultado que no haya de revelarse
ni secreto que no llegue a saberse”. Evangelio de Lucas 12:2

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Ernesto «Che» Guevara

Ernesto «Che» Guevara, 1928-1967
Revolucionario Marxista y Líder Guerrillero

«En toda revolución verdadera, se triunfa o se muere»

Ernesto Guevara de la Serna nace el 14 de junio de 1928 en Rosario, Argentina. A los dos años de edad sufre su primer ataque de asma y a partir entonces sufrió de ese mal durante toda su vida. La familia se muda en 1932 a la ciudad de Alta Gracia (Córdoba) por recomendación médica, pero su salud no mejoró.
Su educación primaria la hizo en su hogar, principalmente por su madre, Celia de la Serna. El se convirtió en un voraz lector de Marx, Engels y Freud que estaban todos disponibles en la biblioteca de su padre.

Es probable que haya leído algunos de sus trabajos antes de ir a la escuela secundaria (1941), el Colegio Nacional Deán Funes, Córdoba donde el fue bueno solo en literatura y deportes. En su casa el estaba impresionado por los refugiados de la Guerra Civil Española y por la larga serie de crisis políticas en Argentina que culminaron en la dictadura de Juan Perón, a la cual los Guevara de la Serna estuvieron opuesto. Esos eventos e influencias produjeron en el joven Guevara un rechazo a la pantomima de la democracia parlamentaria y partidista, a el ejercito, a la oligarquía capitalista, y sobre todo al imperialismo norteamericano. Aunque sus padres, notablemente su madre, fueron activistas anti-peronistas, el no tomo parte movimientos revolucionarios estudiantiles y mostró poco interés en la política en la Universidad de Buenos Aires (1947) donde el estudió medicina, primero con la intención de entender sus propias enfermedades y luego interesado en la lepra.

 En 1949 el realizó la primera de largas jornadas, explorando el norte de Argentina en una bicicleta, y por primera vez estando en contacto con los pobres y los pocos supervivientes de las tribus Indias. En 1951, después de tomar sus penúltimos exámenes, el realizó una jornada mucho mas larga, acompañado por un amigo, visitó el sur de Argentina, Chile, donde conoció a Salvador Allende, Perú, donde trabajó por algunas semanas en el hospital de lepra de San Pablo , Colombia en la época de La Violencia, y donde fue arrestado pero pronto liberado, Venezuela, y Miami. Regresó a casa para sus últimos exámenes seguro de una sola cosa, que el no se quería convertir en un practicante clase-media. Se graduó, especializándose en dermatología, y fue a La Paz, Bolivia, durante La Revolución Nacional que el condenó de oportunista. De ahí el fue a Guatemala, ganándose la vida escribiendo artículos de viajes-arquelogía sobre las ruinas Mayas e Incas.

Llegó a Guatemala durante la presidencia socialista de Arbenz; aunque el era para entonces Marxista, lector de Lenin, el rechazó a unirse al Partido Comunista. vivió con Hilda Gadea, una Marxista de ascendencia India que avanzó su educación política, y le presentó a Nico López, uno de los compañeros de Fidel Castro. En Guatemala el vio a la CIA en su trabajo como principal agente de la contrarrevolución y se confirmó en su opinión que la Revolución podía ser hecha solo por la insurrección armada. Cuando Arbenz cayó, Guevara fue a Ciudad de México (Septiembre 1954), donde trabajó en el Hospital General. Hilda Gadea y Nico López se le unieron, y el conoció a Raúl y Fidel Castro, entonces la política apareció, y se dio cuenta que en Fidel había encontrado el líder, que estaba buscando.

Se unió a otros seguidores de Castro en la granja donde los revolucionarios Cubanos estaban aprendiendo cursos de comando y entrenamiento profesional en guerra de guerrilla por el Capitán del Ejercito Español Republicano, Alberto Bayo, autor de Ciento cincuenta preguntas a un guerrillero, Habana 1959. Bayo no solo se basó en su propia experiencia sino en las enseñanzas de Mao Tse-tung, y ‘Che’, como el ere llamado para entonces, se convirtió en su alumno estrella y se convirtió en un líder de la clase.

Los juegos de guerra en la granja atrajeron la atención de la policía, todos los Cubanos y Che fueron arrestados, y luego liberados un mes después (Junio 1956). Cuando ellos invadieron Cuba, Che fue con ellos, primero como doctor, y luego como Comandante del ejercito revolucionario. El fue el mas agresivo, inteligente y exitoso de los oficiales guerrilleros, y el mas preocupado en enseñar a sus hombres educación Leninista.

Al triunfo de la Revolución, Guevara se convirtió en la mano derecha de Fidel Castro en el nuevo gobierno de Cuba. Che organizó y dirigió el Instituto Nacional de la Reforma Agraria para administrar las nuevas leyes agrarias expropiando a los grandes terratenientes; participó en el Departamento de Industrias; y fue nombrado Presidente del Banco Nacional de Cuba.

En 1959 se casó con Aledia March y juntos visitaron Egipto, India, Japón, Indonesia, Paquistán y Yugoslavia. De regreso en Cuba, como Ministro de Industrias el firmó (Febrero 1960) un pacto de negocios con la URSS que liberó a la industria azucarera Cubana de la dependencia del décimo del mercado de EE.UU. De las experiencias que Che obtuvo durante la revolución cubana, nació un axioma: «No es necesario esperar hasta que todas las condiciones para la revolución existan, el foco insurreccional las puede crear», y como Mao Tse-tung, el creyó que el campo debe llevar la Revolución a las ciudades en países predominantemente agrícolas. El Che escribió mucho sobre la creación del hombre nuevo, como condición necesaria para la Revolución, parte de su pensamiento se observa en: «El hombre realmente llega a su estado de completa humanidad cuando el produce, sin ser forzado por necesidad física a venderse a si mismo como mercancía».

Che estuvo en varios países Africanos, notablemente en el Congo, donde el luchó junto con Kinshasa en su revolución, allí llevo una fuerza de 120 Cubanos. Luego de muchas batallas, los hombres de Kinshasa fueron derrotados por los mercenarios belgas, y en otoño de 1965 el le pidió a Fidel retirar la ayuda Cubana.

La última acción revolucionaria de Che fue en Bolivia. Che renunció a todo vinculo con Cuba, y luego de entrenar en las sierras Cubanas, partió hacia Bolivia, con su ejercito internacionalista. El intentó termino en su captura y posterior ejecución un día después.

Por su apariencia salvaje, romántica y revolucionaria, Che se convirtió en una leyenda y un ídolo para los jóvenes revolucionarios de todo el mundos, en un ejemplo de lucha y revolución, como única esperanza para acabar con la explotación capitalista, y conseguir la construcción de una sociedad mas justa, digna e igualitaria; La Sociedad Comunista.

En 1960 cuando escribía sobre la guerra revolucionaria, pensaba:
Podrá en ciertos casos el guerrillero mantener su trabajo de épocas de paz, pero esto es muy difícil; prácticamente, la guerrilla suburbana es un grupo de hombres que ya está fuera de la ley, que tiene complexión de ejército, situado en las condiciones tan desfavorables que hemos descrito.

La importancia de una lucha suburbana ha sido muy desestimada, pero es extraordinaria. Un buen trabajo de este tipo, extendido sobre una amplia área, paraliza casi completamente la vida comercial e industrial de ese sector y coloca a la población entera en una situación de intranquilidad, de angustia, de ansias casi del desarrollo de sucesos violentos para salir de esa espera. Si desde el primer momento del inicio de la guerra se piensa en la posibilidad futura y se van organizando especialistas en este tipo de lucha, se garantizará una acción mucho más rápida y por tanto un ahorro de vidas y del precioso tiempo de la nación.

El foquismo, castro-guevarista (al que adhería Santucho), fue expuesto por el «Che» Guevara en El guerrillero: esencia de la lucha estratégica y tácticas guerrilleras, éste consistía en tres premisas básicas:



1) Las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército.
2) No siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución; el foco insurreccional puede crearlas.
3) En la América subdesarrollada el terreno de la lucha armada debe ser fundamentalmente en el campo.

Con los años la imagen del «Che» Guevara se idealizó, pero mientras para algunos representa la esencia del idealismo romántico, para los fascistas simplemente fue un osado guerrillero que no reparó en los medios empleados para obtener sus fines.

EL «CHE» COMO SÍMBOLO

Entre Los elementos que resultaron de los procesos de cambio, la imagen del Che Guevara es posiblemente uno de las más impactantes. Y nos referimos no tanto a la ideología del Che o a sus acciones políticas, ya que en la actualidad son muy pocos los jóvenes que adhieren a su ideario en América latina o en la Argentina, sino a la imagen emblemática del Che, que ha recorrido y sigue recorriendo el mundo despertando múltiples adhesiones.
Es posible encontrar esta imagen en remeras que se venden indistintamente en Alemania, África o la Argentina. También puede ser hallada como graffiti en casi cualquier país del mundo. Y quienes usan las remeras o pintan las paredes están lejos de adherir al comunismo y mucho menos están dispuestos a tomar las armas para derrocar al gobierno autoritario o dictatorial de turno.
Entonces, ¿por qué los jóvenes exhiben esta figura o imagen?.
La adhesión a la imagen del Che responde a una identificación con la rebeldía y la pureza de intenciones, y no con el comunismo o a la lucha armada. Que Guevara haya abandonado la comodidad del palacio de gobierno cubano y haya arriesgado su vida en la sierra boliviana para concretar sus ideales de lograr una sociedad más justa, hizo y hace que muchos jóvenes se sientan atraídos por él. Las remeras y los pósters con la imagen de Guevara son, como los discos y otros objetos, productos comerciales, y como tales recorren el mundo permitiendo que los jóvenes los adopten como una manera poco esforzada de manifestar su rebeldía. Sería errado suponer que no existieron otras influencias significativas. Si nos situamos en la Argentina, algunas de éstas tuvieron lugar durante los oscuros años de la dictadura militar y otras en democracia.

fin

®

Optical artist by Gianni Sarcone

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Τίποτα δεν είναι κρυμμένο προσεκτικά και δεν πρέπει να αποκαλυφθεί
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ni secreto que no llegue a saberse”. Evangelio de Lucas 12:2

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Saluda a la ingratitud como una experiencia que enriquecerá tu alma.
(Auguste Rodin)
y sin embargo, es grande perdonarlos
pero aún mas, si fueron tus amig@s…
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Por ser mujer

Solicitamos que la Real Academia Española nombre académica a Gertrudis Gómez de Avellaneda, ( 1814 -1873 ) rechazada por ser mujer.

 Gertrudis Gómez de Avellaneda fue considerada en su tiempo como una de las mejores expresiones del movimiento romántico. Su vida y su obra siguen interesando a los estudiosos actuales, tal como se aprecia en los numerosos trabajos de investigación publicados en estos últimos años. Sus personales circunstancias biográficas, su apasionado carácter, su generosidad y su marcada rebeldía frente a los convencionalismos sociales, que la llevó a vivir de acuerdo con sus propias convicciones, la apartan de la mayoría de las escritoras de su época, convirtiéndola en precursora del movimiento feminista en España.

Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga, una de las más notables figuras de la literatura hispano-cubana de todos los tiempos, nació en la villa de Puerto Príncipe el día 23 de marzo de 1814 en una casa solariega de la calle San Juan (antigua «de las Carreras», pues era la calle de las carreras a caballo en las fiestas sanjuaneras), calle que hoy lleva el nombre de Avellaneda según acuerdo adoptado el 28 de septiembre de 1885 por el Cabildo Municipal de la Villa. Sus biógrafos concuerdan en que 1814 es el año correcto de su nacimiento, aunque 1816 es el año que figura en su autobiografía (La Ilustración, 1850-XI-8). Era hija de Don Manuel Gómez de Avellaneda, un capitán de navío español, natural de Constantina, pueblo cercano a Sevilla, y de Doña Francisca de Arteaga, respetable dama de abolengo principesco.

La propia poetisa nos habla del modo en que transcurrió su niñez, tal y como la describe en la primera de sus cartas a Ignacio de Cepeda y Alcalde, el gran amor de su vida, escrita entre el 23 y el 27 de julio de 1839. Esta carta, que constituye en sí una formidable autobiografía y un magnífico ejemplo de su cuidada y amena prosa, fue el comienzo de un epistolario que se prolongó al menos hasta 1854. Leemos en uno de sus párrafos:

«…Cuando comencé a tener uso de razón, comprendí que había nacido en una posición social ventajosa: que mi familia materna ocupaba uno de los primeros rangos del país, que mi padre era un caballero y gozaba toda la estimación que merecía por sus talentos y virtudes, y todo aquel prestigio que en una ciudad naciente y pequeña gozan los empleados de cierta clase…»

Tuvo la oportunidad de recibir una educación esmerada y de desenvolverse en un ambiente cultural muy superior al habitual. Desde niña dio muestras de una extraordinaria personalidad y era notoria su avidez por la lectura de novelas y libros de poesía. Con sus amigas más allegadas rehuía conversaciones y juegos banales tan propios de la edad, y prefería disfrutar con ellas largos ratos de lectura y comentarios. Fue así moldeándose el carácter y la creatividad de quien ha sido considerada por muchos críticos como una de las voces más notables de la poesía romántica en lengua castellana.

Tenía apenas ocho años cuando falleció su padre. Las consecuencias de esta pérdida dejaron hondas huellas en ella, que lo idolatraba. De aquel primer matrimonio de doña Francisca de Arteaga quedaron sólo dos hermanos: Gertrudis y Manuel. Algún tiempo después, la madre casó de nuevo con otro militar español, Gaspar de Escalada.

A los nueve años escribió sus primeros versos, y a los quince había producido un drama histórico sobre la conquista de México. Desenvolviéndose en un ambiente de tertulias refinadas y culturales (cortesanas, si cabe, al modo provinciano), aquella hermosa y altiva joven descollaba entre los otros jóvenes por su superior cultura y su fuerte personalidad. El amor, o lo que ella creía que era, la atrajo por un tiempo hacia uno de ellos, a quien identifica sólo con el apellido Loynaz en sus cartas a Cepeda, pero no puede decirse que hubiera llegado a establecerse entre ambos una relación formal o seria, tal vez porque Loynaz nunca correspondiera a ella.

Dejemos que ella misma, en su carta a Cepeda, continúe hablándonos de aquellos felices años de su juventud:

«…fuimos bien pronto las señoritas de moda en Puerto Príncipe. Nuestra tertulia, que se formó en mi casa, era brillantísima para el país. En ella se reunía la flor de la juventud del otro sexo y las jóvenes más sobresalientes. Todos los forasteros de distinción que llegaban a Puerto Príncipe, solicitaban ser introducidos en nuestra sociedad, y nos llevábamos todas las atenciones en los paseos y bailes. Atrajimos la envidia de las mujeres, pero gozábamos la preferencia de los hombres, y esto nos lisonjeaba…»

Sin embargo, su felicidad distaba mucho de ser completa. Antes de alcanzar los diecisiete años de edad, su familia preparó su matrimonio con un rico hacendado, compromiso que ella siempre repudió y se negó a cumplir, amenazando incluso con el suicidio. Ello la llevó a confesar: «… yo sospeché entonces lo que después he conocido muy bien: que no he nacido para ser dichosa, y que mi vida sobre la tierra será corta y borrascosa».
Poetisa desde la cuna, Gertrudis Gómez de Avellaneda estremeció a la Real Academia de la Lengua. Tula, como muchos llamaban a esta bella camagüeyana, llegó a ser una de las más destacadas plumas del romanticismo español, y aun permanece entre las escritoras más distinguidas de nuestra lengua.

Dominó la poesía con pasión. Sus dramas llenaron los teatros de la Península. Sus obras se discutieron el primer y segundo premio, a la vez, en los Juegos Florales más selectos de Madrid. La Real Academia de la Lengua, aterrorizada por la habilidad que poseía la adorable criolla, se negó aceptarla bajo el pretexto de la saya. Emocionalmente destruida por la injusticia, continuó creando obras inmortales hasta el fin de sus días.

Además de ser reconocida como una de las más refinadas, y a la vez de lenguaje más sencillo, poetisas de nuestro idioma, la Avellaneda trató con dos temas primordiales de la literatura universal. Su novela Sab es una de las mejores obras en la abolición de la esclavitud. Pocos años antes de morir, en 1867, publicó un libro de oraciones, o pensamientos religiosos, llamado Devocionario que la sitúa entre las místicas de pensamientos más elevados.

A Dios
A El
Contemplación
Deseo de Venganza
Elegía
Elegía II
José María de Heredia
A la Luna
Al Partir
Sonteo Imitando una Oda de Safo
A Washington
“Dejadme aprovechar -escribió- el afecto que todavía hay en mí, para contar los aspectos de una vida atribulada y sin reposo, en la que la infelicidad acaso no se debió a los acontecimientos por todos conocidos sino a los secretos pesares que sólo Dios conoce”.

Gertrudis Gómez de Avellaneda fue la primera mujer propuesta para la Real Académica Española. Y fue rechazada por el sólo hecho de SER MUJER.

Este mes se cumplirán 200 años de su nacimiento, y qué mejor regalo que conseguir que la RAE la nombre Académica a título Póstumo o al menos Académica Honorífica.

Más de 70.000 personas ya se lo están pidiendo: ¿quieres unirte a ellas? Firma la petición ahora >>

La Avellaneda fue la más importante escritora Hispano-Cubana del siglo XIX, la gran romántica. Vivió en España casi treinta años, y fue aquí donde escribió, publicó y estrenó la mayoría de su obra poética, novelística y teatral.

Por eso fue la primera mujer propuesta para la Real Académica Española. Pero fue rechazada por el sólo hecho de ser mujer. De hecho, pasaron más de 100 años hasta que una mujer, Carmen Conde, consiguió ser Académica.

Este sábado se celebra el Día de la Mujer. Un buen momento para pedirle a la RAE el reconocimiento de Gertrudis Gómez de Avellaneda. Firma aquí la petición >>

Muchas gracias.

Habaneras from anabel amiens on Vimeo.

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