Mi patria es todo el mundo.

Blas Infante

Al-ándalus

Orgullo de Andalucía tres franjas tiene su enseña
Verde, como río que pasa por campos de verde hierba
Blanca, cal y sal de plata, casas de un pueblo que sueña
Y Verde cual esperanza que en el mañana despierta.

Desde la sombra de siglos, su silueta al viento ondea
mientras dibuja la gloria que en su libertad ya vuela
en su historia milenaria, de Tharsis hasta la vega
del Guadalquivir que guarda Melcart en tronos de seda.

Cansado de vuelta al país ufano
ando entre olivos que el viento mece,
¿Acaso no son vida y muerte rumores en curso?…
¿habrá alguien mas que los contemple?…

                                                                                                                                                 Superduque

fin

Es el caso de la palabra al Andalus, que da origen al actual nombre de Andalucía; lo que no ha sido óbice para que se aplique a este último un erróneo origen vándalo. Lo mismo ocurre con el original: varias teorías intentan explicar la procedencia. Pero, ni todas pueden ser ciertas, ni la mayoría se ajusta a criterios razonables.


Teoría germánica


Es la que defiende un origen visigodo, procedente de la voz “Landahlauts”. Vendría a significar que al Andalus había sido adjudicada a los godos por sorteo, con todo lo que tiene de peregrino. Los godos –que, por cierto, no eran germánicos, sino nórdicos- no recibieron por sorteo ninguna tierra.
El imperio les instaló en la Narbonense, con el compromiso de defenderles de los ataques de los francos y de otros pueblos germánicos. Sin embargo, empujados por estos, acabaron por entrar en la península ibérica, que dominaron, pero al cabo de
casi trescientos años. La última zona conquistada fue la actual Andalucía, que solo poseyeron treinta y nueve años. Queda claro, por lo tanto, que ni se les asignó la provincia bética, ni nada parecido.


La opción helénica


El territorio que hoy ocupa Andalucía, de límites similares a los que tuvo la provincia Bética y, antes que ella, el reino o ciudades-estado de Tartessos, tuvo siempre un interés especial para los griegos. Gracias a ellos podemos saber muchos
detalles de nuestra historia. Pero los griegos son muy aficionados a dramatizar, novelar sus relatos, que, salvo Herodoto, tienen más forma de teatro que de crónica. Por ellos conocemos la existencia de leyes tartesias y de la ruta de los barcos
de esta civilización, entre otros de mucho interés. Y por ellos se conoce, también, la unción de Andalucía con el agua.

Tanto, que el llamado por los griegos “país de occidente”, también es conocido como el “Lugar del agua”. “Lugar del agua”, dicho en idioma local de entonces, tiene la raíz “Atl”, de donde procede la voz “Atlántida”. Y la raíz Talt –de donde procede
el nombre de Tartessos- es una deformación fonética de la primera. En sus diálogos, Platón da referencias sobre el “País de Occidente”, por boca de Critias.

Sin embargo, la infructuosa e innecesaria búsqueda de un “continente perdido” en el Océano, ha retrasado considerablemente el conocimiento de esta realidad. Porque no se ha caído en la cuenta que es el océano atlántico el que recibe el nombre por
suponerse que en él estuvo la Atlántida, y no al revés. Tratar esta cuestión sería objeto de un trabajo independiente, por lo que no queremos insistir en ello. Lo cierto es que cuando se produce la caída del reino visigodo, con la destrucción de
su ejército ante la laguna de La Janda, y se instaura un nuevo orden, más acorde con la mentalidad y la cultura del pueblo tartesio-bético, los nuevos dirigentes hispano-árabes, no se dedican a hacer “tabla rasa”, sino que, por el contrario, adoptan los nombres antiguos que sólo son actualizados, consecuencia lógica del idioma y de su evolución natural. Así,
“A Andalus” no viene a ser más que una actualización de la voz anterior, dado que la raíz fonética And, tiene el mismo significado que las anteriores Atl y Talt: Lugar del Agua. Durante el período andalusí, las distintas zonas del reino reciben nombres propios del lugar, a los que se antepone el artículo árabe; por ejemplo: al Musata (La Meseta), al Garb (El Algarbe), ó al Xarq, (Levante). El actual nombre de Andalucía, aunque se preste a la formación gramatical “Vandalucía”, tampoco puede proceder de los vándalos. Por el escaso tiempo que este grupo étnico está en nuestra tierra; porque su nulo nivel cultural
imposibilitarían la adopción de ningún nombre propio. Y, sobre todo, porque, como queda demostrado más atrás, la única teoría que resiste un análisis, la única que no parece una teoría, sino una realidad tangible, es la que, desde la “reforma”
andalusí, nos emparenta con Grecia. Una similitud, un entendimiento que ha sido una constante durante toda la historia antigua y media, hasta el punto que es un historiador belga, Jacques Pirenne, quien afirma que, durante toda la Edad Media:

Sólo quedan dos focos de cultura en Europa
Uno es Bizancio, el otro al-Andalus

Blas Infante, reconocido actualmente como Padre de la Patria Andaluza, fue ante todo un arduo defensor de la libertad, la igualdad y la justicia. Comprometido con la lucha de los jornaleros y el bienestar de su pueblo, luchó también por el derecho de las mujeres y de los niños. Es un ejemplo a seguir por todos, por haber entregado su vida a la búsqueda de la
verdad y a la defensa de los valores humanos. Fue un gran conocedor de la historia y de la identidad cultural andaluza. En su infatigable exploración de la historia llegó incluso a viajar a Marruecos para “reencontrarse” con los descendientes de los
moriscos expulsados de Al-Andalus y visitar la tumba de Almutamid.
Fiel a sus principios, rechazó colaborar con la dictadura de Primo de Rivera y se levantó contra la concepción instrumental de la vida promovida por el capitalismo occidental. Volvió su mirada hacia el glorioso pasado cultural del pueblo andaluz en
busca de soluciones que acabasen con los problemas que asolaban a las clases trabajadoras de Andalucía. Blas Infante hizo posible que Andalucía se reencontrase consigo misma, tarea indispensable para poder seguir adelante. Era consciente de que el pueblo andaluz necesitaba recuperar su dignidad y orgullo para poder rebelarse a las imposiciones del españolismo y luchar con ímpetu por su libertad. Por ello, como reza el himno que compuso, busca entre los andaluces a los “hombres de luz que a
los hombres alma de hombres les dimos”, para acabar siempre pidiendo “tierra y libertad, sean por Andalucía libres, los pueblos de la humanidad.”
Comprometido políticamente y con la lucha social, su legado sigue vivo en los símbolos que le concedió a su querida Andalucía. Por un lado una bandera verde y blanca de inspiración andalusí; «verde, como la esperanza, cuando se asoma a
nuestros campos; blanca, como nuestra bondad», que dicen los versos árabes que la cantan, para que el pasado de esta tierra nunca más sea ignorado u olvidado. Y por otro lado un himno que llama a la libertad y a la justicia para que el pueblo
andaluz tenga siempre el valor y el coraje de luchar por sus derechos y su dignidad y para que sirva de modelo al resto del mundo. En su incansable defensa de los trabajadores y jornaleros andaluces, o felah-mengu -campesino expulsado- como él
explica, dijo: «La tierra de Andalucía es de todos los andaluces que quieran trabajarla». En sus manifiestos siempre abogó por la universalidad y el multiculturalismo, así como por la convivencia pacífica entre las diferentes culturas y religiones, llegando a proponer incluso la restauración
de la unidad con Oriente por el bien de España. Es importante conocer la obra de Blas Infante para entender su persona, su activismo y su lucha. La esencia de su pensamiento se basaba en la idea de que Andalucía no es más que una colonia en manos
de un Estado opresor que la condena sin remedio a la explotación y al subdesarrollo. Su ideología y sus exigencias siempre fueron en consonancia con «la vindicación esencial de un pueblo privado de su tierra por la conquista europea». Su objetivo
primordial siempre fue la reconstrucción y el ensalzamiento de Andalucía. En este sentido publicó diversas obras como Ideal Andaluz (1915), Motamid (1920), La dictadura pedagógica (1921), La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía (1931), etc. En 1936 Blas Infante fue asesinado a manos de los fascistas, sin juicio ni sentencia, por defender sus ideales, por darle voz a la verdad y por enfrentarse a las injusticias de su época.

fin

 

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Contra el T.T.I.P.

NO A LA LEY MORDAZA

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