Serenos y alegres, valientes y osados
¡Cantemos, soldados, el himno a la lid!
¡De nuestros acentos el orbe se admire
y en nosotros mire los hijos del Cid!
Soldados, la patria nos llama a la lid,
¡Juremos por ella vencer o morir!
¡Blandamos el hierro que el tímido esclavo
del libre, del bravo, la faz no osa ver!
Sus huestes cual humo veréis disipadas,
y a nuestras espadas fugaces correr.
Soldados, la patria nos llama a la lid,
¡Juremos por ella vencer o morir!
¿El mundo vio nunca más libre osadía?
¿Lució nunca un día más grande el valor,
que aquel que, inflamados, nos vimos del fuego
que excitara a Riego de Patria el amor? Soldados, la patria nos llama a la lid,
¡Juremos por ella vencer o morir!
Honor al caudillo, honor al primero
que el cívico acero osó fulminar.
La patria afligida oyó sus acentos
y vio sus tormentos en gozo tornar.
Soldados, la patria nos llama a la lid,
¡Juremos por ella vencer o morir!
Su voz fue seguida, su voz fue escuchada,
tuvimos en nada soldados morir.
Y osados quisimos romper la cadena
que de afrenta llena del bravo el vivir.
Soldados, la patria nos llama a la lid,
¡Juremos por ella vencer o morir!
Ya la alarma tocan; las armas tan sólo
el crimen, el dolo, podrán abatir.
¡Que tiemblen, que tiemblen, que tiemble el malvado,
al ver al soldado la lanza esgrimir!
Soldados, la patria nos llama a la lid,
¡Juremos por ella vencer o morir!
La trompa guerrera sus ecos da al viento,
de horrores sediento; ya muge el cañón.
Ya Marte, sañudo, la andana provoca
y el genio se invoca de nuestra nación.
Soldados, la patria nos llama a la lid,
¡Juremos por ella vencer o morir!
Se muestran: ¡volemos, volemos, soldados!
¿Los veis aterrados la frente bajar?
¡Volemos, que el libre por siempre ha sabido
al siervo rendido la frente humillar.
Soldados, la patria nos llama a la lid,
¡Juremos por ella vencer o morir!
Constitución de la 2ª República Española
“Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia” ― Simón Bolívar
Fue un 12 de abril cuando la Niña Bonita* decidió salir a la calle a recibir la primavera. Era bella y decidida, con las ideas claras, a pesar de su juventud sabía muy bien lo que quería. Sabía que debía caminar por sendas nuevas e inexploradas, que en su caminar debía enfrentarse los sanguinarios lobos, a criminales tiranos, a soberbios, vicioso y corruptos reyes.
Extendió su mano con esa ternura que solo son capaces las madres protectoras. Pensó que, debía dar forma a esa tierra maltratada, ausente de sí misma y del mundo, plagada de analfabetos, más del ochenta por ciento de la población española de la época. Desde el primer día, miró al futuro convencida de que ese era el principal problema, la incultura. Entonces pensó que su principal misión debía ser sembrar letras donde antes se sembraban ambiciones. Fue la gran maestra de los necesitados y sedientos de conocimientos. Ella, la Niña Bonita, se vio con fuerzas y capacidad para enfrentarse a todas las adversidades, para transformar España en un pueblo culto y solidario. Para ello contaba con los grandes talentos literarios de la época: Miguel de Unamuno, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Antonio Machado, el gran Federico García Lorca, Luis Cerrada, Clara Campoamor, María Moliner, Gabriel Celaya, María Zambrano, Maruja Mallo, Margarita Xirgu, Ramón José. Sender, María Teresa León, Concha Méndez, Mercé Rodoreda, María Moliner, Remedios Varo, Maruja Mallo, Margarita Nelken, Dolores Ibárruri, Clara Campoamor, Victoria Kent…Y un largo etcétera, con un lema y convencimiento:
» LA CULTURA Y LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES».
Sin demora se puso manos a la obra, en unión de otras niñas bonitas sembraron el erial español de escuelas, y se convirtieron en maestras de las Misiones Pedagógicas de la República. Aquellas misioneras de la CULTURA llegaron a cada rincón de la piel de toro, cualquier descampado, era, solar o palacio en ruina, servía para levantar el edificio de una escuela. No quedó pueblo o aldea en la que no hubiera una niña bonita de ciudad, dejándose los ojos ante los libros para enseñar a aquellas gentes que cambiaban los dientes atados a un arado, una hoz o un pico. No hubo lugar, pueblo, aldea, barrio marginal, donde no llegarán aquellas maestras republicanas y levantase la Niña Bonita una escuela, una Casa del Pueblo, donde enseñar a leer a escribir y, sobre todo, a pensar.
La Niña Bonita lo sabía, los herederos de aquel rey vicioso, ladrón y borracho, no lo iban a permitir. No era ajena a que pronto comenzarían a conspirar contra ella, contra ese aroma a PRIMAVERA y LIBERTAD que desprendía por cada uno de sus poros.
La Niña Bonita sabía que tenía el apoyo del pueblo, también que sus enemigos tenían el poder y el dinero y acecharían para darle puñaladas traicioneras. Y así fue, aquellos traidores a la patria, con la ayuda de nazis alemanes y fascistas italianos y mercenarios marroquíes, sembraron de muerte y odio regando con sangre cada fanega de la piel de toro, convirtiendo España en un inmenso campo de concentración durante muchos años. Los fusilamientos al alba fueron el despertar de muchos lugares. Fueron tantos los crímenes de aquellos miserables traidores a la patria, que todavía hoy, 140.000 de sus víctimas esperan una sepultura digna.
La Niña Bonita, no está muerta, está en el corazón de cada una de las personas honradas de este país, por mucho que los herederos de aquellos golpistas sigan gobernando España.
Fue un doce de abril que el pueblo español recobró de mano de la Niña Bonita su Soberanía Nacional, fue un primero de abril el día en que le fue arrebatada esa soberanía. Todavía más de ochenta años después secuestrada por los herederos políticos e ideológicos de aquellos golpistas traidores. A pesar de que, al igual que entonces, el saqueo sistemático de las arcar públicas, la corrupción y la tiranía, es igual, cuando no superior que entonces…
LAS AVENTURAS DE PETER MACDOWELL En busca de sus «arraises» Peter viaja a Andalucia
en una aventura llena de misterio y peligros…
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Antes de dar la oportuna explicación os voy a contar una anécdota, que muchos ya conoceréis, sobre la importancia del latín. En cierta ocasión José Solís Ruiz, ministro de Trabajo durante el régimen franquista y natural de Cabra (Córdoba), le discutía al político y rector de la Universidad Complutense, profesor Muñoz Alonso, para qué servía el latín. El profesor le respondió:
Por lo pronto, señor ministro, para que a Su Señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa.
Y volviendo al título de este post, vamos a servirnos de la etimología, y el latín, para explicar por qué cualquiera puede ser ministro pero no maestro.
El término maestroderiva de magister y este, a su vez, del adjetivo magis que significa más o más que. El magister lo podríamos definir como el que destaca o está por encima del resto por sus conocimientos y habilidades.
Por ejemplo, Magister equitum (jefe de caballería en la Antigua Roma) o Magister militum (jefe militar).
El término ministro deriva de minister y este, a su vez, del adjetivo minus que significa menos o menos que. El minister era el sirviente o el subordinado que apenas tenía habilidades o conocimientos.
Por tanto, queda demostrado que para ser ministro solo hace falta ser imbecil y no saber nada.
¿Por qué el Gobierno Mundial en las sombras destruye su propio planeta?
A estas alturas son pocos los que no saben que estamos siendo
envenenados desde hace muchísimo tiempo, y me refiero concrétamente a las
vacunas, a la fluoración del agua, a la mercurización sistemática de los
alimentos, a la explotación esclavizante de la sociedad, los Chemtrails, etc.
También son pocos los que no saben que detrás de estos envenenamientos está
el Gobierno Mundial en las sombras, que son los que manejan como títeres
incluso a los más encumbrados presidentes de todas las naciones. ¿Estas
personas que integran ese Gobierno Mundial en las sombras acaso no viven,
trabajan y juegan en el mismo planeta que el resto de nosotros? ¿Acaso no
beben la misma agua, comen la misma comida, respiran el mismo aire?
¿Cómo es posible que esos líderes del Gobierno Mundial en la sombra hayan
envenenado su propio hábitat de forma irreversible?…
Suena totalmente loco, ¿no? ¡Pues sí que lo es! Sin embargo, la pregunta sigue
siendo ¿Por qué? Si alguna vez hubo una pregunta del millón, ¡pues es ésta!
Si todos respiramos el mismo aire, ¿Por qué ellos destruyen su propio hogar,
su propia familia, su propio entorno, echan a perder las hermosas playas o
incluso el aire puro de las montañas?. ¿Acaso los Chemtrails evitan sus
propiedades o privilegian a sus familias de alguna manera oculta?
¿O los derrames de petroleo deciden no afectar sus costas privadas?
¿Hay alguien que tenga una respuesta coherente a este misterio de
autodestrucción en todos los ámbitos de la vida, en todos los
continentes, en todos los océanos?
Ellos, los del Gobierno Mundial en las sombras, sufren las mismas tribulaciones,
las mismas enfermedades, comen la misma comida, los aquejan los mismos grados de
estrés y envejecen y mueren de la misma manera que todos nosotros. ¿Por qué los
más locos entre nosotros son precisamente los que están manejando el planeta?…
Fue uno de los episodios más crueles de la represión franquista. El 5 de agosto de 1939,
trece mujeres, la mitad menores, fueron ejecutadas ante las tapias del cementerio del Este.
Su historia sigue viva hoy en forma de libros, teatro, documentales y cine.
“Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente
que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija que ya
jamás te podrá besar ni abrazar… Que no me lloréis. Que mi nombre no se borre de la
historia”. Fueron éstas las últimas palabras que dirigiría a su familia una muchacha de
19 años llamada Julia Conesa. Corría la noche del 4 de agosto de 1939. Hacía cuatro meses
que había terminado la Guerra Civil. Madrid, destruida y vencida tras tres años de acoso,
de bombardeos y resistencia ante el ejército sublevado, intentaba adaptarse al nuevo orden
impuesto por el traidor general Franco, un régimen que iba a durar cuatro décadas.
En el ambiente de ese verano de posguerra –tristísimo para unos y glorioso para otros–,
se mezclaban las ruinas de los edificios y la pobreza de sus pobladores con las dolorosas
secuelas físicas y psicológicas de la contienda. Y, sobre todo, abundaban ya la propaganda
y la represión. El día a día de la capital estaba marcado por las denuncias constantes de
vecinos, amigos y familiares; por la delación, los procesos de depuración en la Administración,
en la Universidad y en las empresas; por las redadas, los espías infiltrados en todas partes,
las detenciones y las ejecuciones sumarias. En junio habían comenzado, incluso, los fusilamientos
de mujeres. “Españoles, alerta. España sigue en pie de guerra contra todo enemigo del interior o
del exterior, perpetuamente fiel a sus caídos. España, con el favor de Dios, sigue en marcha, una,
grande, libre, hacia su irrenunciable destino…”, voceaban las radios de Madrid. “Juro aplastar y
hundir al que se interponga en nuestro camino”, advertía Franco en sus discursos.
Sería aquélla la última carta de Julia Conesa. Y ella lo sabía. Porque, junto a otras catorce presas
de la madrileña cárcel de Ventas, había sido juzgada el día anterior en el tribunal de las Salesas.
“Reunido el Consejo de Guerra Permanente número 9 para ver y fallar la causa número 30.426 que por
el procedimiento sumarísimo de urgencia se ha seguido contra los procesados (…) responsables de un
delito de adhesión a la rebelión (…) Fallamos que debemos condenar y condenamos a cada uno de los
acusados (…) a la pena de muerte”, dice la sentencia. A Julia la acusaban hasta de haber sido
“cobradora de tranvías durante la dominación marxista”.
Y apenas 24 horas más tarde, 13 de aquellas mujeres y 43 hombres fueron ejecutados ante las tapias
del cementerio del Este. El momento lo recuerdan así algunas compañeras de presidio: “Yo estaba
asomada a la ventana de la celda y las vi salir. Pasaban repartidores de leche con sus carros y la
Guardía Civil los apartaba. Las presas iban de dos en dos y tres guardias escoltaban a cada pareja,
parecían tranquilas” (María del Pilar Parra). “Algunas permanecimos arrodilladas desde que se las
llevaron, durante un tiempo que me parecieron horas, sin que nadie dijera nada. Hasta que María
Teresa Igual, la funcionaria que las acompañó, se presentó para decirnos que habían muerto muy
serenas y que una de ellas, Anita, no había fallecido con la primera descarga y gritó a sus
verdugos: ‘¿es que a mí no me matan?” (Mari Carmen Cuesta). “Si fue terrible perderlas, verlas
salir, tener que soportarlo con aquella impotencia, más lo fue ver la sangre fría de Teresa Igual
relatando cómo habían caído. Entre las cosas que nos dijo, fue que las chicas iban muy ilusionadas
porque pensaban que iban a verse con los hombres [con sus novios y maridos, también condenados]
antes de ser ejecutadas, pero se encontraron que ya habían sido fusilados” (Carmen Machado).
Quince de los ajusticiados ese 5 de agosto de 1939 eran menores de edad, entonces establecida en
los 21 años. Por su juventud, a estas mujeres se las comenzó a llamar “las trece rosas”, y su
historia se convirtió pronto en una de las más conmovedoras de aquel tiempo de odio fratricida
fascismo y clero cómplice, servil de los asesinos. Gloria y honor eterno a esas trece rosas.
Nada hay cuidadosamente ocultado que no haya de revelarse
ni secreto que no llegue a saberse». Evangelio de Lucas 12:2
Primavera de 1981
Pacto de Silencio, libro citado en los sumarios del Juicio
del Síndrome Tóxico, denuncia y documenta que el aceite de
colza no pudo ser el causante de la intoxicación colectiva
del Síndrome Tóxico, y que muchos de los afectados podrían
estar curados si no se hubiera ocultado la verdadera causa
de la intoxicación.
La lectura de la sentencia hizo referencia al libro Pacto
de Silencio, afirmando de él que había sido patrocinado por
los abogados de la Defensa. Por esta falsa afirmación, Andreas
Faber-Kaiser expresó su intención a los medios de comunicación
de cursar la correspondiente denuncia contra el Tribunal.
Sirva este brevísimo guión para dar una idea fugaz de parte de
cuanto en el libro se aborda con rigor documental y profusión
de datos contrastados:
Los primeros casos se detectan a principios de mayo de 1981,
afectando rápidamente a un creciente n° de individuos.
El gobierno anuncia por T.V.E. que la culpa de todo la tiene una
partida de aceite de colza desnaturalizado, distribuido en
venta ambulante.
Otros investigadores siguen una pista distinta que tiene su
punto de partida en una combinación insecticida, concretamente
un combinado nematicida organotiofosforado que envenenó a las
más de 60.000 víctimas (más de 700 de ellas murieron) al consumir
éstas tomates de una determinada partida tratada con el aludido
insecticida.
Por lo menos desde finales de junio de 1981, el gobierno estaba
suficientemente informado de que no era posible que el aceite
fuera el causante de la epidemia. Meses más tarde, pero siempre
dentro del mismo año 1981, el Ministerio de Sanidad queda
ampliamente informado de la posibilidad de que determinado
insecticida organotiofosforado podría haber desencadenado
la nueva enfermedad.
Ocho meses después de aparecer el primer caso de síndrome tóxico,
un médico militar, el teniente coronel Luís Sánchez-Monje Montero,
envía al gobierno, al INSALUD, para que lo leyera el Dr. Luís
Valenciano, a la sazón Director General de la Salud Pública, un
informe en el que afirmaba que el origen de la grave enfermedad
radicaba en un veneno que bloqueaba la colinesterasa, y en que
explicaba como había que curar a los enfermos. Más adelante
definiría este veneno como un compuesto organofosforado. El doctor
Sánchez-Monje ya había curado para entonces particularmente a unos
cuantos afectados. Pero nadie reacciona en el I.N.S.A.L.U.D
ni en la Dirección general de la Salud Pública.
El Dr. Sánchez-Monje envía también un informe sobre sus evaluaciones
y curaciones a la publicación especializada «Tribuna Médica», que lo
reproduce en la página 8 de su número 937, correspondiente al 19 de
marzo de 1982. Nadie, ni desde el INSALUD ni desde el Ministerio de
Sanidad, se acercó a ver que más tenía que decir el único médico
español que había logrado salvar vidas y aliviar a enfermos de la
masiva intoxicación.
Cuando el Ministerio de Sanidad todavía seguía dictando que el origen
de la enfermedad había que buscarla en un micoplasma, de transmisión
aérea, y de entrada en el organismo por vía respiratoria, el Dr.
Antonio Muro y Fernández Cavada, director en funciones del Hospital
del Rey en Madrid, ya afirmaba el 10 de mayo de 1981 —a los 10 días
de detectada la enfermedad— que eso era imposible, y que la vía de
transmisión era necesariamente —dadas la características de la
sintomatología— la digestiva. El 13 de mayo de 1981, desesperado por
que las altas instancias sanitarias del país hacían caso omiso de sus
indicaciones acerca de como había que llevar la investigación, se lanzó
a predecir nuevos focos de afectados: dado que había seguido la pista de
la enfermedad y había logrado dar con la red de distribución del producto
venenoso, notificó el 13 de mayo a los doctores Munuera y Cañada
—subdirector general de Programas de Sanidad— dónde exactamente iba a
aparecer nuevos casos de afectados al día siguiente, con especificación
de poblaciones y de calles. Al día siguiente, 14 de mayo, aparecieron
efectiva y puntualmente estos nuevos afectados, en las poblaciones y en
las calles indicadas por el Dr. Muro. Al día siguiente, 15 de mayo, un
telegrama del Ministerio de Sanidad ordenaba el cese fulminante del Dr.
Antonio Muro y Fernández-Cavada de su puesto de director en funciones
del Hospital del rey.
Datos que indican que no pudo ser el aceite:
Uno de los pilares en los que basan su acusación quienes argumentan que
el origen del síndrome tóxico radica en el aceite de colza desnaturalizado,
es el hecho —dicen ellos— de que la enfermedad comienza a decaer desde el
momento en que deja de ser consumido el aceite sospechoso: el 10 de junio
de 1981 se anuncia por primera vez por TVE la posible relación de unos
aceites sospechosos con el origen de la enfermedad. El 17 de junio se da
la orden de retirada de estos aceites sospechosos. Y el 30 de junio de 1981
comienza la operación efectiva de canje de los mismos por aceite puro de oliva.
A partir de este día, según la tesis oficial, comienza a remitir la curva de
incidencia de entrada de nuevos enfermos en los hospitales. Pero esta opinión
oficial está falseada. Porque observando la curva real de dicha incidencia, la
enfermedad —el ingreso de nuevos enfermos en centros hospitalarios— decae
espontánea y verticalmente a partir del 30 de mayo, o sea un mes antes de que
a la gente se le quitara el aceite presuntamente tóxico.
Si fuera el aceite el causante ¿Como se explica la discriminación intrafamiliar?
¿Y la interfamiliar? Es sabido que el «garrafista» ha vendido a bloques enteros
de vecinos, y solamente han enfermado por ejemplo los del 2° A, los del 7° F y
los del 1° B, mientras que el resto permanecen sanos, a pesar de que las garrafas
se habían llenado en el mismo momento, del mismo tanque, y fueron vendidas el mismo
día.
Resulta curioso que en Catalunya, a pesar de haberse comercializado aceite fraudulento,
que fue declarado como aceite tóxico, por una cantidad que superaba los 350.000 kilos,
y haberse vendido al público durante varios meses de 1981, no se tiene constancia de
la existencia de ningún afectado original de la zona catalana. Lo más sorprendente del
caso es que una de estas marcas, concretamente «El Olivo», fue también distribuida en
Castilla, sobretodo en Madrid capital y poblaciones limítrofes. Este aceite oriundo de
Catalunya, en donde no provocó ningún afectado, al ser consumido en Madrid provoca
automáticamente afectación.
«El nematicida fitosistémico Nemacur-10, prohibido en varios países por su alta
peligrosidad, e introducido en España por primera vez pocos meses antes de la
epidemia del síndrome tóxico, es un organotiofosforado del grupo fenamiphos (4-
[metiltio]-m-toliletil-isopropilamidofosfato) que, de no respetarse sus muy dilatados
intervalos de seguridad (mínimo de tres meses), se convierte dentro del fruto en un
fitometabolito derivado extraordinariamente agresivo -su toxicidad se potencia unas
700 (setecientas) veces- y cuya composición exacta parece ser alto secreto militar.
Las partes fundamentales de su molécula y su acción bloqueante irreversible de la
acetilcolinesterasa, explica extraordinariamente bien, pese a los desmentidos globales
de la OMS, la patogenia y cuadro clínico observados en el síndrome tóxico. Los tomates
contaminados son semiselectos de la variedad ‘lucy’, razón por la cual su consumo no ha
afectado a clases o zonas urbanas adineradas».
Arsenal de guerra química
Aporto estas consideraciones porque se observa -cuando se analiza todo este asunto en
detalle- que el pacto de silencio que aquí salta a la vista, sólo puede justificarse
por la extrema gravedad de lo realmente ocurrido. Para ello conviene recordar que los
organofosforados se hallan en la base del moderno armamento químico como también
conviene recordar por qué se estaba demorando el acuerdo de desarme químico entre los
Estados Unidos y la Unión Soviética: la creación del arma química binaria hace
imposible cualquier tipo de control internacional, debido a que su producción puede
ser organizada secretamente incorporándola en cualquier empresa química privada.
Implica la experimentación con nuevos tipos de agentes químicos en la industria de
herbicidas, entre otras, existiendo la posibilidad de evitar las inspecciones en las
unidades y empresas que pertenezcan a sociedades privadas o multinacionales. Cabe
señalar que Nemacur y Oftanol son productos de la multinacional Bayer. Es importante
por lo tanto que al enjuiciar lo sucedido en España con el síndrome tóxico, se tenga
presente que la industria química privada multinacional ofrece la única posibilidad
de ensayo impune en el supuesto de un acuerdo internacional de suspensión de la
experimentación y almacenamiento de armamento químico.
Esto lo sabía perfectamente Juan José Rosón, al igual que cabe suponer lo saben
perfectamente el teniente general Emilio Alonso Manglano, el coronel Catalá y el
general Cassinello, por citar solamente a algunos conocedores del tema.
Andreas Faber-Kaiser, 1988
Andreas Faber-Kaiser “murió” en el hospital de
Can Ruti (Badalona) en 1994, victima del SIDA.
El siempre manifestó que el no incurria en ninguna
conducta de riesgo, y que esta enfermedad le fué
inoculada, tal vez, durante unas transfusiones de
sangre que realizó… dejando en el aire si tal vez fué
“eliminado” por tratar temas “delicados”.(Sida, Colza).
La ocultación de la verdadera causa del Síndrome
Tóxico impidió la curación de miles de españoles.