Mi patria es todo el mundo.

Afganistán e Irak

La farsa del «Once S»

Todo era mentira

Tres presidentes: George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump. 19 años diciendo lo mismo. El conflicto armado más largo de la potencia militar más grande del planeta.

Empezó como venganza contra los terroristas de Al-Qaeda por el atentado del 11 de septiembre de 2001, y la guerra se alargó hasta el día de hoy. Esta es la guerra de Afganistán, de la que hoy se revela que todo lo que nos han dicho los presidentes, militares y diplomáticos, ha sido mentira.

Es más, se han esforzado para mentirle bien al pueblo de Estados Unidos, y al de todo el mundo. Es una investigación que sorprende hecha por el diario estadounidense The Washington Post.

Miles de documentos. Fue una batalla legal de tres años contra el Gobierno. 400 entrevistas que revelan que los militares incluso de máxima autoridad no sabían qué estaban haciendo en Afganistán, no sabían a quién disparar, no sabían la estrategia, ni sabían quiénes eran los malos.

 

   En una edición especial el diario publica: Un tesoro confidencial de documentos gubernamentales obtenidos por The Washington Post revela que altos funcionarios de Estados Unidos no dijeron la verdad sobre la guerra en Afganistán, durante una campaña de 19 años, hicieron declaraciones optimistas que sabían que eran falsas y ocultaron pruebas inequívocas de que la guerra se había vuelto imposible de ganar.

¿Por qué? es la pregunta clave. Desde 2001, más de 775 000 soldados estadounidenses se han desplegado en Afganistán. De ellos, 2300 murieron allí y 20 589 resultaron heridos en acción, según cifras del Departamento de Defensa de Estados Unidos (el Pentágono).

Las entrevistas, a través de una amplia gama de voces, ponen de relieve los principales fallos de la guerra que persisten hasta nuestros días. Subrayan cómo tres presidentes y sus comandantes militares no han podido cumplir sus promesas en Afganistán. La pregunta clave es otra vez ¿por qué?
No se pierda este capítulo de Detrás de la Razón que no pretende darle ninguna verdad, sino ayudar a que usted fabrique la suya propia, se contraria, igual, parecida u opuesta, lo que importa es hurgar detrás.

Imagen que muestra el momento en que ocurren los ataques contra las Torres Gemelas, 11 de septiembre de 2001.

Audio 1

Continúa la mentira

El Verdadero Autoatentado a la Torres Gemelas

   Un tema candente y que enfatiza uno de los complots más corruptos y frívolos de la historia fue planeado por un trabajo conjunto de varios servicios secretos del mundo.

   Afganistán antes de 1.980 no producía opio, luego de que Mujahideen, ayudado por la CIA, ganó la guerra afgano-rusa, el país pasó a producir el 40% de la heroína mundial. El 1.998 Afganistán producía ya el 80%, pero los talibanes tomaron el poder y para el año 2.000 ya muchos campos de opio ya no existían. La producción pasó de 3.000 toneladas a solamente 186. El 9 de septiembre de 2.001 los planes para invadir Afganistán estaban listos. La CIA ya venía controlando desde los años 60´s la inmensa mayoría del tráfico de droga en el mundo y tenía que tomar cartas en el asunto.

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) dirige el mercado clandestino de estupefacientes que llevaba a cabo el Ministerio de la Marina de Estados Unidos desde sur América a todas partes del mundo. Su propósito es que todo este mercado de narcóticos traiga a las arcas de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) varios «billones de dólares» para bases militares secretas de tecnología.
El propósito es claro. Estos fondos subvencionan bases como Sector 51 en Groom Lake, Nevada. Donde multinacionales negocian nuevas tecnologías. Entre las corporaciones implicadas están: Wackenhut, Bell, Rand Corporation, Lookheed Martin, ITT, IBM, etc.

La CIA necesitaba tener el control absoluto del opio de Afganistán y debían expulsar a los talibanes de la región. Además, si tomaban «la sartén por el mango» Afganistán podía tener una mayor producción. El problema era que enviar al ejército de EE.UU. sin ninguna justificación conllevaría, evidentemente, a una guerra diplomática.

Otros factores a tener en cuenta radican en el «petróleo», el «gas» y la «militarización» de Oriente Medio. Para los multimillonarios JP Morgan, Rotschild y Rockefeller, era prioritario un control global de los posos petrolíferos. Con aras a controlar Oriente Medio y Venezuela, varios «sicarios económicos» y «chacales» han venido controlando a sur América por medio de «deudas externas» con los EE.UU.

La familia Bush venía implicada en el asesinato de John F. Kennedy y su hijo, así como en planes de las Sociedades Secretas «Skull & Bones» de Yale. Las negociaciones entre los banqueros de new York y la familia Bush llevaron a George W. Bush hijo y padre a la presidencia de la nación, a cambio de deberles «ciertos favores»: debían tomarse el Golfo Pérsico.

Estos banqueros han patrocinado la 1ª Guerra Mundial, la 2ª Guerra Mundial, la Guerra de Vietnam y las dos Guerras del Golfo, y han ganado millones d dólares con las guerras de Irak y Afganistán, pero sus intereses van más allá. Estos multimillonarios crearon la Organización de Naciones Unidas (ONU), el Club Bilderberg, la Comisión Trilateral (TC), el Concejo de Relaciones Exteriores (CFR) y el Majority 12 (MJ-12), con el fin de tener un control sobre las masas. Ya por comienzos del siglo XX, la familia Rockefeller era la más poderosa del mundo y dueña de las petrolíferas más importantes de los EE.UU.

La intención de los MJ-12 era atacar Irak, Irán y Siria por sus reservas de crudo y gas, así como para establecer una base militar de los EE.UU. en Medio Oriente. Bush compró la 20th Century Fox y los cineastas de esta productora fueron persuadidos para hacer películas mentalizando a la sociedad americana para una Ley Marcial y un miedo a un «enemigo fantasma»: el terrorismo. Ver la película: «Estado de Sitio».

Bin Laden es un fantasma creado por el MJ-12 como excusa dentro de un plan bien orquestado por ellos para crear una idea preconcebida y consistente de un régimen terrorista que realmente no existe.

En la actualidad, la producción de opio controlado por EE.UU. en Afganistán supera más del 90% de la producción mundial, y va en aumento. Por su parte, el ex agente del FBI: Sadam Hussein, quien se les había salido de las mandos a los MJ-12 fue destruido y su nación fue también controlada para preservar las reservas de crudo, el gas y principalmente las empresas constructoras que se han lucrado con la reconstrucción del país.

Un trabajo conjunto entre el Mossad (Servicio Secreto Israelí), la CIA y el servicio secreto inglés –se cree que también estuvo implicado el servicio secreto pakistaní- prepararon un plan para destruir el World Trade Center y culpar al amigo invisible Bin Laden y a su red fantasma «Al Qaeda». La demolición controlada de los edificios y los aviones militares teledirigidos fueron minuciosamente coordinados para crear una de las mayores patrañas y farsas de la historia: el atentado terrorista del 11 de septiembre.

Un misil atravesó el Pentágono y otro misil cayó en el bosque donde supuestamente el avión que nunca llegó a las Torres se estrelló por una revuelta entre terroristas y pasajeros. Cientos de dudas y errores son constantemente recalcados y echados en cara al gobierno pero evaden las evidencias con hipótesis absurdas.

¿Cómo se puede tener tantos escrúpulos como para pasar por alto la vida de más de 3.500 personas que murieron en el World Trade center y más de otras 3.500 que han muerto en la guerra por el control del petróleo y la droga?…

La estampa más famosa del siglo XXI.

“Lo que se ha contado del 11-S es una gran mentira”. (Foto: AP)

Lo que no se ha contado del 11-S

Audio 2

  • ¿Por qué razón el NORAD falló en detener los aeroplanos secuestrados que impactaron contra las Torres Gemelas y el Pentágono?
  • ¿Por qué razón los servicios de inteligencia y de seguridad fracasaron en prevenir los atentados pese a numerosas advertencias?
  • ¿Por qué razón se dejó que el presidente Bush continuase en una escuela de Florida durante más de diez minutos después de ser advertido de que Estados Unidos estaba bajo ataque?
  • Anteriormente, ningún rascacielos de acero había colapsado absolutamente salvo en casos de demolición controlada. ¿Por qué sucedió 3 veces en el once-S? ¿Por qué razón las vigas de acero del WTC presentaban un aspecto igual cuando son cortadas con Nanotermita?
  • ¿De qué forma un enfermo terminal (Osama Bin Laden) podría haber orquestado un ataque contra el centro de E.U. desde unas grutas en Afganistán?
  • ¿Por qué razón existió un enorme movimiento bursátil y seguros comprometidos poco tiempo ya antes del atentado?

 


SOLO CUENTAN LOS MUERTOS AMERICANOS

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LO QUE NO DICEN LOS MEDIOS

Los rebeldes sirios y Al-Caeda-CIA culpables de la matanza.

Los medios han prestado una atención desproporcionada al asunto del atentado de Boston y sus tres muertos, sin hacer análisis alguno de los hechos y de su eventual trascendencia, y han omitido toda información sobre los multitudinarios atentados en Siria, Afganistán e Irak, de los terroristas apoyados por la Otan, EEUU y sus paises títeres.
Los grandes medios de comunicación españoles no se han cubierto precisamente de gloria con su seguimiento de las informaciones en torno al atentado de Boston del 15 de abril. En primer lugar, porque han prestado una atención desproporcionada al asunto, sin hacer análisis alguno de los hechos y de su eventual trascendencia a fin de que la audiencia comprendiera los motivos de tal despliegue. En segundo, porque se han limitado a trasmitir las informaciones y las imágenes que les iban llegando. Sin criterio alguno, como no fuera el de la búsqueda de la máxima espectacularidad posible, el propio de las películas de acción,  pero no del periodismo.


Un dato puede servir para contextualizar las anteriores observaciones: el mismo día en que dos bombas estallaban cerca de la meta del maratón de Boston, unas cuantas más lo hacían en varias ciudades iraquíes y causaban la muerte de 55 personas. El asunto sólo mereció breves sueltos en los informativos televisivos y radiofónicos y también en los periódicos. Similar suerte corrieron los atentados que dos días después se cobraron 37 vidas en Bagdad. Y habían corrido los que se habían producido un mes antes en Ameriya, con el resultado de 50 víctimas mortales. O los del 4 de abril en la ciudad paquistaní de Karachi, que produjo otras 45.  O las nueve vidas que una bomba se cobró el día 8 cerca de la capital afgana.

¿Qué tenían de extraordinario las tres víctimas de Boston para que los medios españoles les prestaran una atención tan desmesurada mientras prácticamente ignoraban a todas las demás? Seguramente una sola: que las cadenas de televisión y las agencias de información norteamericanas tenían material sin cuento sobre las primeras y casi nada sobre las otras. Porque no sólo las tropas norteamericanas se han retirado de Irak, y lo están haciendo de Afganistán, sino que también lo han hecho, y antes, los medios estadounidenses. Por no hablar de Pakistán, al que nunca acudieron en masa, porque siempre fue un asunto muy complejo, del que no salían titulares contundentes.

Que los medios norteamericanos hagan una opción comercial, y también política, en sintonía con su Gobierno, y se olvide de las calamidades que sus tropas provocaron en esos países, es algo que puede entrar en su lógica y merecer toda suerte de valoraciones. Que se vuelquen sin límites de un atentado ocurrido en una de las principales ciudades de su propio país 12 años después del terrorífico 11-S, también. Pero, a la postre, es su lógica. Y no la de los medios españoles.

Visto desde en el interior de éstos, lo que ha ocurrido con los atentados de Boston es relativamente comprensible. El mayor problema diario al que se enfrenta cualquier redacción es el de encontrar y fabricar el material con el que rellenar sus páginas, en el caso de los periódicos, o sus espacios informativos, en el de las televisiones y las radios. Cuando las plantillas han sido recortadas hasta su mínima expresión y los gastos han corrido la misma suerte, como en los últimos tiempos les ha ocurrido a unos y a otras, eso se convierte un drama cotidiano.

Que, de repente, sus colegas norteamericanos saturen los circuitos internacionales con imágenes y más imágenes de algo que llama tanto la atención como unas bombas en medio de una carrera de maratón, un deporte que tiene muchos seguidores, o de persecuciones policiales a cargo de miles de agentes vestidos a la última moda de la elegancia de la violencia, con los mismos cascos, escudos y armas que salen en las series de la tele es, como poco, un chollo para los responsables de esas redacciones. Aunque durante estos días no pocos de sus subordinados hayan tenido que trabajar bastantes más horas de las que les exige su contrato y seguramente gratis.


Que la reproducción acrítica de ese material, sin añadir un solo apunte aclaratorio, sea una falta del respeto mínimo que se debe a la audiencia, que se la trate como a un niño al que hay que entretener para que no moleste, no parece preocupar mucho a esas gentes. Algunas de ellas, las más cercanas al Gobierno, alardearán, además, de que, hablando de Boston, le han quitado mucho espacio a lo que aquí está pasando, a eso que los que mandan quieren que se mencione lo menos posible.

En la prensa seria norteamericana, que aunque a algunos no le guste, sigue tratando de hacer buen periodismo, a pesar de sus dificultades, en los últimos días han empezado a apuntarse algunas dudas sobre la actuación de las autoridades antes y, sobre todo, después del atentado de Boston. El semanario Time se ha preguntado cómo es posible que los hermanos Tsarnaev no estuvieran vigilados si hace dos años el mayor de ellos fue interrogado por el FBI y poco después la policía rusa comunicó a sus colegas norteamericanos que era sospechoso de estar vinculado al islamismo radical de origen checheno. El Washington Post ha señalado puntos oscuros en el relato policial de cómo se atribuyó la autoría del atentado a los jóvenes chechenos y también en la secuencia de su persecución y detención. Varios medios han recogido que el alcalde de Boston ha dicho que la investigación “seguramente no podrá progresar nunca” porque uno de los supuestos terroristas ha muerto y el otro no puede hablar porque un tiro le ha destrozado la garganta. Otros han subrayado que no se sabe nada de la trama que podría haber detrás. Algunas cadenas televisivas se han hecho eco de esos apuntes.


El asunto puede, por tanto, complicarse. Y el éxito fulgurante de las autoridades norteamericanas, y del propio Obama, podría resultar un tanto empañado. Pero eso aquí ya no interesa demasiado. Nuestros medios más potentes han contado una película que termina bien. Y con eso parecen dispuestos a quedarse.

Por qué los muertos en Siria interesan menos que en Boston

Durante los días siguientes al atentado de Boston, a 15 kilómetros al suroeste de Damasco, en Jdeidet al-Fadel, morían docenas de sirios. El recuento varía: desde al menos 85 a más de 250 personas.

Pero el mundo estaba pendiente de Boston, donde murieron 3. Algunos culpaban de este desprecio a los medios y a la falta de sensibilidad occidental. Quizá sea así. Pero es más natural de lo que parece, por estos tres motivos:

1. Interesa lo nuevo, inesperado y cercano. La actualidad es clave en periodismo porque lo que acaba de pasar interesa más. El funcionamiento del FBI y sus errores son más seguidos cuando se descubre que la agencia no prestó suficiente interés a Tamerlan Tsarnaev. Hace un mes, cuando nada hacía prever algo así, un artículo sobre el FBI no se hubiera publicado.

En 2012 murieron 31.672 americanos por armas de fuego y solo 17 por terrorismo. Todos sabemos cómo y dónde ocurren los tiroteos: barrios degradados, drogas, peleas, accidentes. Son lugares y situaciones a evitar. Pero el terrorismo es más imprevisible. En Estados Unidos, la mayoría conoce a alguien con armas. Pero, ¿por qué un ciudadano se vuelve terrorista? Es una pregunta sin respuesta, pero que fascina.

El éxito también atrae. Desde Boston, los servicios de seguridad canadienses y españoles han detenido a sospechosos de preparar atentados. Nadie les ha prestado mucha atención. Sus historias se hubieran convertido en atractivas si hubieran logrado el objetivo de matar. La cercanía geográfica de la amenaza también hace algo más interesante.

El modo más cínico de hacer que la guerra en Siria se vuelva importante para Occidente es que jóvenes occidentales que hayan ido allí a luchar -hay unos centenares- vuelvan radicalizados y atenten. Los gobiernos de Europa y Estados Unidos presionarían para solucionar Siria.

2. En Siria ocurre lo mismo desde hace meses. La masacre de Jdeidet al-Fadel no es la primera que ocurre en Siria. La guerra entre el régimen y los rebeldes islamistas y seculares lleva ya más de un año. Es así de extraño, pero hoy es más noticia la destrucción de un minarete del siglo XI de la Mezquita Omeya de Alepo que las muertes cotidianas de docenas de personas. Aquí hay más fotos de antes y después:

La sociedad occidental ha pasado por todas las etapas de interés sobre Siria: una revolución auténtica, represión puntual, masacres mayores, masacres con imágenes (el brutal río de Alepo), el uso presunto de armas químicas. He podido comprobar esta evolución a través del blog y twitter: el interés es descendente desde la primera vez que se dice que ocurre. (Las visitas en el blog o los retuits son un buen modo de comprobar el interés de una noticia y a menudo exime de pecado a los periodistas.)

3. La información de Siria es incierta. Los rumores perjudican la causa de la oposición. El régimen sirio lo sabe y juega a la ambigüedad: ¿una masacre? Han sido los islamistas fieles a Al Qaeda; ¿armas químicas? Ha sido Al Qaeda. Siempre son los malos. Ante la falta de información fiable, basta con tener una excusa. Los periodistas y la gente se cansan de no saber qué hay de verdad y el alcance de cada noticia que llega de Siria. La confusión provoca desinterés.

Seguro que hay juicios morales que cada cual debe hacer sobre esta diferencia entre Boston y Siria, pero lo mejor es ahorrarse lecciones. Los medios en español podrían hacer más, pero hay suficiente información en el mundo para que uno se informe de lo que quiera. Si uno cree que su obligación es saber qué pasa en Siria, puede hacerlo.

Para quien le interese, esto es un resumen de lo que pasa en Siria.

Nadie gana de manera definitiva. El régimen se ha hecho fuerte en Damasco y la costa. Los rebeldes controlan buena parte del noreste. Ninguno de los dos bandos parece tener fuerza para dar un golpe definitivo, aunque es más probable un avance de rebeldes hacia una posible batalla de Damasco. Cuanto más meses dure la incertidumbre, mejor para el régimen. Asad ha convencido a los alauíes que luchan por su supervivencia, que está ligada al destino del régimen.

Irán y Rusia no han abandonado al régimen. Los dos grandes aliados del presidente Asad siguen ahí. El régimen se encarga de darlo a conocer tanto como puede. Es un modo de avisar que les queda cuerda. En la foto, un avión de carga ruso trae ayuda para el pueblo sirio en su lucha contra “la conspiración dirigida por Estados Unidos, la OTAN y sus lacayos en la región”.

La oposición no está unida. Un periodista del Guardian acaba de volver de Damasco con una visa del ejército. Dice que nadie allí prevé un futuro estado islámico, aunque caiga Asad. Pero en las zonas que controla la oposición, hay fricciones graves entre los rebeldes islamistas y seculares.

Estados Unidos tiene más dudas. El Departamento de Defensa ha enviado 200 soldados a Jordania para vigilar qué ocurre en Siria. Si cayera el régimen y llegara el caos, esos 200 podrían convertirse en 20 mil. El primer objetivo sería el control de los arsenales de armas químicas.

El ejército israelí dijo el martes que tenía pruebas de que Asad había usado armas químicas. Obama dijo que si Siria usaba armas químicas, habría cruzado una línea roja. El problema de las líneas rojas es que si se traspasan y no haces nada, quedas mal y débil. Por eso, Estados Unidos dice que no tiene pruebas definitivas de su uso. Aquí dicen que la CIA ha pedido muestras de tierra y orina a los rebeldes. Asad podría tantear el terreno para comprobar si Obama tendrá valor de intervenir.

Estados Unidos teme cada vez más un derrumbe del régimen. Preferiría ahora una salida pactada. Pero ya hace meses que se hace difícil imaginar que la oposición pueda pactar con el régimen. Haría falta, como mínimo, que Asad se fuera. En 2014 se acaba su mandato y debería haber elecciones. No parece que nada vaya a cambiar antes.

Estados Unidos tiene solo dos prioridades en Siria hoy: el control de las armas químicas y que Siria no se convierta en una base para terroristas como lo fue Afganistán y pueden serlo zonas de Yemen, Somalia o incluso Mali. Una prioridad menos publicada es evitar que la guerra en Siria afecte a los países vecinos. Al principio se hablaba de una zona de seguridad para proteger a los sirios, ahora para que la guerra no traspase fronteras.

Hay ahora 3,6 millones de refugiados, 6 millones de desplazados en el interior del país y unos 70 mil muertos. Nada prevé una mejora en breve, más bien al contrario. Los sirios han aceptado que su país no volverá ser normal durante bastante tiempo. No solo huyen, sino que trasladan sus negocios al extranjero; el mejor shawarma del país, también.